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¿Capricho o Cariño?

Una vez más aquella pregunta volvía a hacer acto de presencia en la revuelta mente de la joven asiática. Llevándose el protagonismo en sus pensamientos y reflexiones mentales mientras ella abraza sus piernas contra su pecho en la comodidad del piso alfombrado de su alcoba, con la espalda pegada a la pared de tonalidad cremosa mientras escucha una suave y hermosa melodía, proveniente de su cajita musical desde la comodidad de su cama.

¿Capricho o cariño? —Susurra para si misma, meditando y repasando el significado de ambas palabras con lentitud, haciendo lo mismo con cada de las letras que forman aquellas palabras.

Es la onceava vez en la semana que esa pregunta le hace pensar y pensar por horas. Algunas veces olvidando el porque las reflexionaba o analizaba tanto, y debido a esto último, su confusa mente le terminaba produciendo dolores de cabeza o malas fantasías entorno al asunto. Y es que, tanto ella como cualquier chica nueva e inexperta en el amor tendría algunos problemas para asegurar lo que siente.

O en este caso saber si lo que siente puede tener un solo nombre, en lugar de muchos, como en este caso: amor, gusto, cariño, capricho, admiración, etcétera, para identificar que es lo que verdaderamente siente y como transformar aquello, en otra cosa más fuerte pero segura. Un par de veces había leído en uno de los libros de Armin que: amar no es lo mismo que gustar, que gustar no es lo mismo que amar, que capricho no es lo mismo que cariño y viceversa. Sin embargo, de alguna manera todas aquellas palabras se relacionaban entre si y a la vez no. Algo confuso la verdad. Pero aún así, Mikasa logró entender lo más importante de esa explicación.

Lastimosamente no le ayudaba mucho, pues, las palabras capricho y cariño se acercan bastante a lo siente -según su juicio- y eso si que es un problema. O quizás, sean las dos.

Entonces justo en ese momento donde su reflexión se volvía más profunda, la melodía de la caja musical concluyó y Mikasa volvió a la realidad inmediatamente soltando un pequeño quejido al reaccionar. Y como si su mente hubiera sido iluminada por mandato divino, una idea sencilla cruzó por su cabeza. Ahora solo tenía que llevarla a cabo y comprobarla.

Levi camina tranquilamente y en silencio por los pasillos en dirección al jardín principal. Ahora que tiene un poco de tiempo libre quiere aprovecharlo para tomar un poco de aire fresco y relajarse antes de volver a retomar sus tareas. Sus tediosas tareas. Nunca se había caracterizado como una persona floja pero últimamente las tareas que Erwin le ha estado asignando le daban ganas de serlo. Pero obviamente, ese día no llegaría. O al menos por ahora.

Cuando llegó al jardín principal sus ojos se encontraron con una de sus subordinadas, la cual, no esperaba ver ahí. Pocas veces la había visto rondar por esas partes del cuartel militar, mas nunca coincidían pero hoy fue la excepción. Solo la vio ahí, parada contemplando el cielo y las nubes mientras su largo y sedoso cabello azabache se mece al ritmo del viento que sopla.

Cuando notaron sus presencias no hizo falta intercambiar palabras, solo basto una mirada y saludarse con la cabeza. Un sencillo saludo entre ellos.

El Ackerman mayor se posicionó a su lado mirando el panorama. Total ambos se entienden a la perfección, resultado de trabajar tantos años en la misma división. Además, como sabemos Levi no es de muchas palabras, por ello contar con alguien como la joven asiática, donde no tiene que preocuparse por formar silencios incómodos o largos o ser cuidadoso con lo que dice o el tener cuidado de no mostrar demasiado sus sentimientos es algo que él aprecia y valora mucho.

Luego de unos minutos en silencio Levi giro su cabeza con la intención de entablar una conversación con ella. Pero su intención cambio drásticamente al notar algo.

Oe, Mikasa —Le llama tomándole desprendida.

El cuerpo de Mikasa se estremeció al oír su nombre ser pronunciado la profunda y melodiosa voz de su superior, una espontánea corriente eléctrica recorrió su espina dorsal en segundos, dejándole claro al capitán que si le había oído. Contadas son las veces que él le llama por su nombre en vez de su apellido, por lo que cuando lo hace los nervios se apoderan de ella como hace un momento y junto con ello sus mejillas se colorearon más de lo que ya estaban hace unos minutos.

Nerviosa, ella giro su rostro encontrándose con la mirada inexpresiva de su superior.

D-dígame capitán

Tienes unas manchas rosas

Eh? —Fue lo único que pudo articular. Mikasa parpadeo tres veces tratando de averiguar a que se refería pero no mas del asombro no salía. - ¿Dónde? - Se aventuró a preguntar.

Aquí —Respondió él acercándose a la joven asiática, colocando sus dedos pulgares en su mejillas para tratar de quitar esas manchas rosas.

Ante su acción Mikasa quedó incrédula e intentando aguantar la risa ante los vanos intentos de su superior y al darse cuenta de lo que él se refería con "manchas rosas" y desde luego, lo cómica que es la situación

Intentó decir algo pero Levi quién hablo interrumpiendo lo que ella iba estaba por aclararle.

No se quitan —Dijo en un tono un tanto molesto soltando un pequeño gruñido, empezando a frotar las yemas de sus pulgares contra las mejillas de la azabache con un poco más de fuerza, pero las dichosas manchas no salían.

En otro intento, rápidamente pasó uno de sus pulgares por su lengua y lo paso por la mejilla de su subordinada asiática, quién ante su acción se quedó de piedra y sus mejillas adquirieron más color.

Creo que lo he empeorando —Comentó en un tono desanimado al verlas crecer pero no se rendiría. Quitó su característico pañuelo blanco de su cuello y lo comenzó a frotar en las mejillas ruborizadas de la azabache, quién no puso objeción alguna. A ella se le había ido el alma del cuerpo.

Notas Para El Capitán | RivaMikaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora