Capítulo 7.- Veneno

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—Snape. Snape, Severus—Alguien estaba sacudiendo su hombro—Es de mañana—.

Severus se despertó de su sueño profundo con una sacudida y se sentó derecho—¡La poción! —Gritó.

—Está bien—Dijo Potter—Se volvió negra y acuosa—.

Sus hombros cayeron aliviados—Excelente. Esa es la consistencia correcta—.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba en ropa interior frente a Potter, un estado impensablemente inapropiado. Se puso de pie para recuperar su túnica del respaldo de la silla y se vistió rápidamente. Potter se recostó en la otra silla y miró a otro lado, como si Severus tuviera modestia para preservar.

>> Pensé que alucinaba tu presencia—Dijo.

Había estado despierto durante casi sesenta horas para entonces. La poción necesitaba un cuidado casi constante o, de lo contrario, se echaría a perder y se desperdiciarían meses de trabajo. ¿Qué había estado pensando? Le había confiado ese paso crucial a Potter y se había ido a dormir.

El amanecer se había levantado, había dormido toda la noche. El olor a tocino llegó a él y vio los restos de un plato de desayuno en el suelo. Otro plato cubierto estaba sobre el banco.

—Un elfo doméstico nos trajo el desayuno—Dijo Potter—No te preocupes, no contaminé ningún ingrediente de pociones—.

¿Había dormido Potter? No había señal de ello. En cambio, parecía que Potter había estado hurgando. El banco de trabajo estaba lleno de papeles, sus papeles cubiertos de notas y ecuaciones. Las notas no eran de naturaleza personal, exactamente, pero las había escrito asumiendo que ningún otro ojo las vería.

Potter sostenía un pergamino en su mano, un volante en el que Severus había escrito en todo el reverso.

>> Tenía curiosidad, así que leí algunas de tus notas—Dijo Potter, sin pedir disculpas—Estabas tratando de entrar en la Sala de los Menesteres—.

Severus lo dejó pasar, incapaz de reunir un comentario mordaz sobre la curiosidad de Potter. Estaba demasiado cansado para estar enojado—Si. En el pasado, la Sala de los Menesteres me proporcionó ciertos... ingredientes raros que no pude adquirir en ningún otro lugar—Dijo—Pero la habitación se me escapa. Se ha cerrado. El Fiendfyre sigue encendido, y pueden pasar muchos años antes de que alguien pueda entrar—.

Había sido un golpe aceptar finalmente que la habitación estaba cerrada. Había confiado mucho en ella para obtener ingredientes de pociones cruciales durante la guerra, cuando no era seguro para él visitar los boticarios, como cuando necesitaba acónito para Lupin. Ahora que era perpetuamente peligroso para él dejar Hogwarts y los tipos de lugares en los que alguna vez habría encontrado los ingredientes más valiosos, eran anatema para él, necesitaba la Habitación más que nunca.

Potter volteó el papel—¿Qué es Claigheall? —Preguntó, sosteniéndolo en alto para mostrar el anuncio en la parte posterior. Decía: "Claigheall: ¡la mayor reunión de comerciantes en Gran Bretaña!" Potter tenía un ojo extraño para los detalles, aunque estaba lejos de estar orientado a los detalles, sobresalió al encontrar las piezas de información más problemáticas y hacer el máximo alboroto sobre ellas.

—Una convención de maestros de pociones y boticarios—Le dijo Severus—Hubiera podido poner monedas en la Habitación y hacer que devolviera las mercancías de mis vendedores preferidos allí—.

Potter frunció el ceño—¿Por qué no hacer que alguien vaya en persona a comprar lo que necesitas? —.

—No confío en que nadie lo haga—Severus descartó la idea de las manos—Es una tarea demasiado delicada. Cuando he tenido aprendices, ocasionalmente compraban ingredientes para mí, pero los resultados son pobres incluso cuando la persona es experta en Pociones. La Sala puede extraer el sentido de los ingredientes directamente de mi mente. Es la mejor aproximación de ir a tal evento en persona—.

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