Capítulo 18.- El Laberinto

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Los tres Mortífagos ya habían estado en la mansión. La Marca Oscura colgaba bajo en el cielo sobre la extensa finca, un presagio terrible del pasado. El pánico inundó a Harry. Si hubieran manipulado el Flu, estaría atrapado, incapaz de Aparecer por su empeoramiento de la fiebre de hechizos y el efecto de los Dementores. Ya el chisporroteo de magia en sus venas se había convertido en plomo.

—¡Mitty! —Llamó, entrando por la puerta principal abierta—¿Estás ahí? —.

—¡Maestro Harry! —Mitty apareció en el hall de entrada con un crack. Ella sollozó y se aferró a él—Maestro Harry, ¡Vienen y estaban destruyendo la mansión! Mitty no los detuvo... el grande quemó todos los retratos ancestrales, y derribó los tapices y disparó hechizos en las paredes... —.

Ella gimió y enterró su cabeza en la pierna de Harry.

—El Flu—Dijo con urgencia—¿Todavía funciona? Severus está en peligro. Tengo que volver a Londres de inmediato—.

—Sí, sí, el Flu... —Ella asintió entre lágrimas. Con otro crack, estaban en la sala de estar. Harry tropezó e intentó no vomitar cuando su estómago se rebeló violentamente contra este repentino desplazamiento. Cuando esto terminara, nunca volvería a Aparecer.

Pensar en el futuro le hizo un nudo terrible en la garganta. Tomó un puñado de polvo Flu del tazón y lo arrojó al fuego.

—¡Ministerio de Magia! —Gritó, entrando en la llama verde.

El Jefe Auror Robards envió a tres Aurores con un Traslador a Banbridge

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El Jefe Auror Robards envió a tres Aurores con un Traslador a Banbridge. Casi le prohibió a Harry ir, pero los gritos de enojo de Harry lo desviaron de esa idea. En retrospectiva, Harry se dio cuenta de que gritarle al hombre que esperaba que le diera trabajo no era la mejor idea. En ese momento no le importaba nada más que recuperar a Snape entero y vivo.

Subieron al páramo hasta una escena terrible. Cientos de dementores se reunieron en la colina, un número demasiado grande para contar. Ni amigos ni enemigos podían verse en medio de sus masas. El miedo frío alcanzó a Harry. ¿Y si llegaron demasiado tarde?

Los tres Aurores lanzaron un escudo Patronus y entraron en la refriega. Los siguió de cerca, todavía demasiado agotado para lanzar su propio Patronus. Hubo un momento de infarto cuando pasaron por encima de la loma y Harry no pudo ver a Snape en ningún lado. ¿Se lo habían llevado los Carrow?

Luego vio una figura arrugada más abajo de la colina—¡Allí! —.

—Ha sido besado—El auror mayor se arrodilló junto a Severus y le tomó el pulso. Tenía los ojos cerrados y su piel teñida de una palidez antinatural.

Harry se inclinó y le tocó la frente. Estaba frío como el hielo. Sus piernas temblaron mientras se enderezaba.

—Lo llevaremos de regreso—Dijo otro Auror—Vamos a salir de aquí—.

—Había otros—Dijo Harry—Tres mortífagos. Alecto y Amycus Carrow y Antonin Dolohov—.

—Hemos estado rastreando a los Carrow durante meses—Dijo el tercer Auror.

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