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Una limusina estaba aparcada delante del edificio donde vivía. Ava cruzó la calle con Harvey y se dirigió al portal. Justo entonces, una de las portezuelas del vehículo se abrió y dio paso a Harry Styles.

Estaba tan inmaculado como siempre, con el traje que llevaba en la oficina y un abrigo de cachemira. Al verlo, Ava lamentó llevar unos vaqueros viejos y una chaqueta de mercadillo, aunque apartó ese pensamiento al instante. Llevara lo que llevara, se dijo que no habría podido impresionar a un hombre que lo tenía todo y que salía con modelos de fama internacional.

–Hola, Ava.

–Hola.

–No sabía que tuvieras perro...

–Pues lo tengo –dijo–. Dale la pata a Harry, Harvey.

Para sorpresa de Harry, el perro se sentó y le dio la pata.

–De todas formas, no es exactamente mío –continuó ella–. Es uno de los perros del refugio... me gustaría quedármelo, pero el casero no me lo permite.

–Pues te vendría bien.

–¿Por qué lo dices? –preguntó ella mientras abría el portal.

–Porque este no es buen barrio para una mujer sola.

–¿Crees que no me había dado cuenta?

Ava empezó a subir por la escalera, ofreciéndole una vista magnífica de su trasero. Harry la siguió y pensó que tenía un cuerpo precioso.

–No me agrada la idea de que vivas aquí. Es una pena que no te puedas quedar con el perro.

–Sí, lo es, pero el casero es muy estricto al respecto. De hecho, tendré que salir más tarde para devolvérselo a Marge.

–¿Quién es Marge?

–La mujer que lleva el refugio. Trabajé allí durante unos meses, en un programa de la cárcel, y la ayudo siempre que puedo. Tiene toda una red de voluntarios que se encargan de buscar personas que quieran adoptar los animales.

–Y de hacer cojines –comentó él con humor.

–En efecto.

Al llegar al tercer piso, Ava sacó la llave y abrió la puerta de su apartamento. Harvey se tumbó en una alfombra que había junto a una cama y Harry echó un vistazo al lugar. La alfombra sobre el suelo de linóleo era el único lujo.

–No puedo creer que tu familia sepa que vives en un sitio como este y no haga nada –dijo él.

–Bueno, es más cómodo que vivir en un hostal. ¿Te apetece un café?

Harry sacudió la cabeza.

–No, gracias. Acabo de tomarme uno.

Al acercarse a la ventana, Harry se dio cuenta de que su respiración formaba nubes de vaho. Por lo visto, el apartamento tampoco tenía calefacción.

–Puedes quitarte el abrigo. Te prometo que no te lo robaré.

–Prefiero dejármelo puesto. Aquí hace frío.

Ava sonrió mientras encendía el fuego de la cocina. Harry era tan friolero que Olly siempre se reía de él.

–¿Y bien? ¿Qué querías? Dijiste que necesitabas hablar conmigo.

–Quiero hacerte una oferta.

–¿Una oferta?

Harry asintió.

–He decidido que este año voy a dar una fiesta de Navidad en el castillo. No es que me apetezca mucho, pero me pareció que ya era hora.

Ava lo miró con extrañeza.

Inocente - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora