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A petición de Harry, la encargada de la boutique los llevó a una habitación privada y se ofreció a llevarles un té.

Harry puso las manos en los hombros de Ava, que se comportaba como una sonámbula, y la sentó en un sillón. Después, alcanzó la cajita de pañuelos que estaba en la mesita y la dejó entre sus temblorosas manos.

–Per l'amor di Dio, ¿qué ha pasado?

Ava sacó un pañuelo y se secó los ojos.

–Nada, nada... discúlpame.

–No, discúlpame tú por haberte llevado de compras en un momento tan obviamente inoportuno. Se suponía que debía ser divertido para ti, cara mia.

Ava se miró las manos.

–Siento haber llorado en público. Habrá sido un momento muy embarazoso para ti... me extraña que no te hayas ido.

Harry se puso de cuclillas delante de Ava y le alzó la barbilla con un dedo para poder mirarla a los ojos.

–¿Tan mala opinión tienes de mí? Admito que he sentido pánico durante un segundo, pero nunca te dejaría sola en estas circunstancias. ¿Qué ha pasado, Ava?

–No es algo de lo que quiera hablar. Pero no te preocupes, ya estoy mejor –respondió–. Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba llorando.

–¿Es que estás embarazada?

Ava soltó una carcajada, sorprendida.

–Por supuesto que no. Hemos usado preservativos y, además, solo llevamos una semana juntos. ¿Cómo voy a estar embarazada?

–Esas cosas pasan...

Alguien llamó a la puerta. Harry la abrió, se hizo cargo de la taza de té prometida y la dejó en la mesita, delante de Ava.

–Sí, ya sé que pasan, pero ese no es el problema.

–Entonces, ¿cuál es?

–No tiene nada que ver contigo ni con nuestra relación.

–Aunque no tenga nada que ver...

Ava lo interrumpió.

–Olvídalo. Ya me he recuperado. Estoy perfectamente bien.

–Estás cualquier cosa menos bien –le contradijo–. Nos iremos de aquí en cuanto te tomes el té, pero no creas que voy a olvidar el asunto. Necesito saber lo que ha pasado.

Ava alcanzó la taza y probó el té.

–Vamos, Harry... nosotros no tenemos ese tipo de relación.

–¿Y qué tipo de relación tenemos?

–Una relación divertida, pasajera.

Harry la miró con enfado.

–Tus problemas me interesan, Ava.

–¿Por qué? –preguntó con franqueza–. No se puede decir que lo nuestro sea precisamente el amor del siglo.

Harry se quedó rígido, apretando los labios.

–¿Y ahora te haces el ofendido? –siguió ella con tono de irritación–. No seas cínico. Seguro que te encantaría decirme adiós en este mismo momento.

Los ojos de Harry brillaron.

–¿Se puede saber qué demonios te pasa?

–No me pasa nada. Te estoy ofreciendo una salida fácil.

–Cierra la boca de una vez. Estás diciendo tonterías.

Ava se levantó del sillón como impulsada por un muelle.

Inocente - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora