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Tras entrar en la biblioteca, Ava le quitó el periódico a Harry para leer el artículo con detenimiento. Se acercó a la mesa, lo abrió y leyó hasta la última palabra mientras él se mantenía de pie junto al fuego, con expresión severa.

–Esto es horrible –susurró, disgustada.

Él se encogió de hombros.

–Es lo que es. No podemos cambiar la verdad. Y, obviamente, no voy a denunciar a nadie por decir la verdad.

–Pero...

–Fue culpa mía –afirmó–. Tendría que haberte llevado a un lugar más discreto.

–¿Y cómo supieron que estaríamos allí?

–Buena pregunta. Interrogaré a los empleados. Son los únicos que saben que estás en Bolderwood.

Ava pensó que Harry tenía razón. En efecto, el periodista se había limitado a decir la verdad, pero era una verdad extraordinariamente dolorosa para ella. Los tres años de cárcel no habían servido ni para limpiar su buen nombre ni para que se sintiera menos culpable de la muerte de su mejor amigo.

Sintió un frío interior y se dijo que la cárcel no había sido su castigo real, el verdadero consistía en no poder olvidar lo que había hecho.

–Voy a hablar con los empleados.

–Espera... –rogó.

–¿Por qué?

–Porque tus empleados no son los únicos que saben que estoy aquí.

Él la miró con extrañeza.

–¿Quién más lo sabe?

–Katrina Orpington. Me vio cuando fui a visitar la tumba de Olly.

–¿Katrina? ¿La hijastra del sacerdote?

–Bueno, dijo que se llamaba así... yo no la conozco, aunque me sonaba de haberla visto en alguna parte. Es una mujer rubia, con aspecto de modelo. Dijo que yo era una asesina y que mi presencia en el cementerio era una ofensa para los Styles.

Los ojos de Harry brillaron con rabia.

–¿Y no me lo dijiste? Dios mío... ¿por qué no confías en mí para variar?

–No me lo callé por desconfianza, sino porque no me pareció importante.

–Pues lo ha sido.

En el silencio posterior, Ava volvió a leer el periódico.

La afirmación de Harry era correcta. El artículo no contenía datos falsos, explicaba los hechos sin adjetivaciones de ninguna clase y permitía que el lector se formara su propio juicio sobre la relación de Harry con la asesina de su hermano pequeño. Una relación íntima, porque la fotografía no dejaba lugar a dudas: parecían dos enamorados.

Se sintió avergonzada. Harry había sido muy bueno con ella, y no merecía un escándalo público. Incluso pensó que había cometido un error al volver a Bolderwood, a fin de cuentas, era el lugar del crimen en sentido literal.

Ahora, solo podía hacer una cosa: marcharse. Estaba convencida de que las habladurías terminarían de inmediato si se alejaba de él.

Salió de la biblioteca, subió a su dormitorio y empezó a hacer el equipaje, con la ropa que llevaba cuando llegó al castillo y la lencería que Harry le había regalado. Mientras la guardaba, se preguntó si alguien tendría la amabilidad de llevarla a la estación de ferrocarril, pero, desgraciadamente, no tenía dinero.

La puerta se abrió de repente. Harry vio que estaba haciendo el equipaje y le lanzó una mirada que habría aterrorizado a una mujer más débil.

–Madre di Dio! ¿Qué diablos estás haciendo?

Inocente - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora