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Harry le puso la mano en la parte baja de la espalda y la apretó con fuerza contra su cuerpo. El calor y el contacto ferozmente físico derribó las defensas de Ava incluso antes de que la besara y las arrasara por completo.

Nunca habría imaginado que un beso pudiera ser tan placentero. La pasión de Harry la conjuró y despertó en ella una necesidad desesperada.

Respondió a su beso con ansiedad, insegura por su falta de experiencia y asustada ante la posibilidad de que se apartara, como ya había hecho antes. Pero la penetrante invasión de su lengua había conseguido que la sangre le hirviera en las venas y que su corazón latiera con desenfreno. Nada le había parecido nunca tan necesario. Nada le había parecido nunca tan correcto.

Per l'amor di Dio, Ava... –dijo en italiano–. Me vuelves loco.

–¿Tan terrible soy?

Harry sonrió, inclinó la cabeza y la volvió a besar. Luego, soltó un gemido que vibró dentro de su poderoso pecho mientras sus manos se aferraban a las caderas de Ava, apretándolas contra él y haciéndola terriblemente consciente de su erección. Su aroma almizclado la embriagaba por completo cuando le mordió un labio. Ella se estremeció y frotó los senos contra la dura pared de su pecho.

No se dio cuenta de que le había bajado la cremallera de la falda hasta que la prenda cayó al suelo y él la tomó entre sus brazos y la tumbó en la cama con un movimiento sorprendentemente fluido. A Ava le incomodó un poco, porque demostraba que tenía mucha más experiencia que ella y porque había terminado en la cama sin tener ocasión de decidir al respecto, pero renunció a la posibilidad de retomar el control.

Mientras Harry le quitaba los zapatos, ella se apoyó en los cojines con nerviosismo, aunque preparada para lo que iba a pasar. Entonces, él se quitó la camisa y la dejó a un lado. Los ojos de Ava devoraron su torso de color miel, tan bello que bastó para borrar los últimos retazos de su sentido común.

Extendió los brazos con intención de acariciarlo, pero Harry le empezó a desabrochar los botones de la blusa, besándola cada vez que soltaba uno. Poco después, la blusa y el sostén desaparecieron y dejaron de ser un obstáculo. Él le acarició los pezones con las dos manos y ella soltó un gemido que Harry interpretó como una invitación para descender sobre sus pechos e insistir con el delicioso tormento, pero, esta vez, con la lengua.

Excitada, ella llevó las manos a sus hombros y se aferró a ellos.

–Tócame si quieres, cara mia...

Ava se ruborizó, pero apartó las manos de sus hombros y, para sorpresa de Harry, las llevó directamente a su erección. Él comprendió lo que quería y se apartó el tiempo justo para quitarse los pantalones y los calzoncillos. Ava cerró los dedos sobre su sexo y lo acarició con dulzura; era duro e increíblemente suave.

Pero eso no le pareció suficiente. Aunque carecía de experiencia, dejó su ignorancia y su miedo a un lado e inclinó su rojiza cabeza para hacer lo que más le apetecía.

Harry gimió cuando la boca de Ava se cerró sobre su pene.

–Oh, Ava...

Tras dejarla hacer durante unos segundos, él la apartó y la miró a los ojos.

–Quiero tenerte. Quiero tenerte ahora –dijo–. ¿Y tú? ¿También lo quieres?

Ella respondió sin la menor sombra de duda.

–Sí.

Los dedos de Harry avanzaron por la cara interior de sus muslos y ella se quedó inmóvil, completamente dominada por el deseo, preguntándose si alguien habría sentido alguna vez el placer que ella sentía en ese momento. ¿Sería siempre así? ¿O es que sus años de cárcel la hacían desear de un modo desesperado?

Inocente - Harry StylesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora