6: Reencuentro (II)

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Culminada la fiesta Matthew pasa a mi estudio para terminar la conversación iniciada en su llegada.

—Adelante—-indico mientras abro la puerta para que pase—necesito que me cuentes bien lo que dijiste antes.

—Ahh cierto, casi lo olvido— pronuncia acomodándose en una de las sillas—. Pues como sabrás luego de tu partida junto a tu familia las cosas se complicaron bastante por acá. Ustedes estaban muy lejos como para congregarme allá cada domingo así que comencé a asistir a los servicios aquí en el condado.

»Pero desgraciadamente habían tantos problemas y discusiones que la iglesia sufrió una división y eso no trajo más que la muerte espiritual de la misma. Sólo duró al rededor de seis meses todo este proceso. En menos de un año ya no quedaba nada.

—Vaya... nunca pensé que las cosas hubieran ido tan mal. Sólo supe que el grupo ya no existía, pero ni siquiera indagué sobre ello puesto que ya había pasado página—trato de seguir pero se me hace difícil así que decido dejarle continuar.

—Sí, fue bastante difícil. Pero lo más importante fue que durante varios años estuve visitando las otras iglesias de los alrededores tratando de encontrar una para mí. Una en la que pudiera sentirme parte de ella, como en una familia. Y nunca lo conseguí hasta que dejé de buscar y comencé a orar a Dios específicamente por eso.

»Fue así como hace alrededor de un año mientras oraba a la orilla de mi cama, Dios me habló de tal manera que quedé petrificado. Era una voz maravillosa que sonaba como trueno pero que a la vez se sentía extrañamente apasible. Tuve temor, sin embargo eran más los deseos de quedarme ahí escuchando por siempre.

»Esa noche la voz me dijo que esperara un poco más porque habría de poner en mi camino a una persona especial, que me fortalecería y ayudaría a crecer espiritualmente. Alguien que serviría de guía. Y esa persona eras tú Adan.

» Adan... Dijo una segunda vez y fue suficiente para entender todo, desde entonces te había estado esperando. Hace unos días cuando entraba a la panadería escuché a dos señoras comentando hacerca de la pareja de misioneros que había llegado hace un año y que, nada más y nada menos habían vivio aquí en su infancia.

—Ya estaba todo más que claro, decidí buscarte y aquí estoy.

—¡Es impresionante todo lo que me cuentas!—articulo sin poder pestañear siquiera, me he quedado totalmente impactado ante su relato—. Verdaderamente Dios obra por caminos misteriosos.
Si eso es lo que el Señor desea serás más que bienvenido con nosotros. Sería un orgullo para mí poder guiar a mi amigo—estrecho su mano fuertemente.

—Gracias Adan. Es muy importante para mí tanto el poder congregarme como el volverte a ver. Desearía poder ver a Génesis y contarle todo esto también, que viera cómo seguí sus consejos, cómo he cambiado. 

»A ella debo el haber conocido a Dios. Y por más que lo haya pensado durante todos estos años, no hay un día que no agradezca el haberme quedado con ella esa noche en vez de partir contigo y los otros chicos de la banda.

—Sí, tienes mucha razón. Si tan sólo estuviera aquí, si hubiera sido diferente su suerte. ¿Sabes?... aunque al principio se me hacía rara la idea realmente creí que ustedes acabarían juntos, es una lástima.

Clavo la vista en el suelo mientras evoco el pasado y sin darme cuenta quedo suspendido en una nuve de pensamientos que se ensfuma al escuchar un carraspeo por parte de mi acompañante.

—Creo que mejor no hablamos más del tema. Todo lo que pasó fue porque así Dios lo permitió y ahora no queda más que seguir adelante. Ya es de noche y sé que debes partir con tu familia.

Se pone de pié y sale de la habitación, caminamos hasta la puerta de la calle, nos despedimos y justo cuando estoy a punto de entrar un último llamado me hace detenerme.

—¡Saluda a tus padres de mi parte!

******

(En el auto)

—Tío, ¿quién era ese señor?

—Uno de mis amigos de la adolescencia. Se llama Matthew y vino porque hace mucho que no nos veíamos.

—Oh, ¿también es amigo de mamá y tía Rebeca?

—Se podría decir que de tu madre sí, aunque por poco tiempo. Pero Rebeca nunca fue de pasar tiempo con los chicos. Siempre andaba con mi hermana, eran inseparables—no puedo evitar sonreír al mirar a mi esposa quien permanece en silencio prestando atención a la conversación muy divertida.

—Comienzo a creer que me observabas desde mucho antes de lo que pensaba—dice con una sonrisa un tanto maliciosa que pasa desapercibida delante de Luzy.

Cubre su boca con una mano—costumbre que tiene desde niña cuando ríe—. Yo por mi parte siento las orejas humeando de vergüenza y suelto un de mis carcajadas histéricas debido al nerviosismo.

—Recuerda que siempre estabas en mi casa. Es obvio que te conocía bastante bien, o al menos en algunas cosas.

—Mmm... si tú lo dices...

Centro nuevamente mi atención en la niña que se ha quedado dormida en un segundo y seguidamente vuelvo a mirar la carretera. Después de largas horas de viaje llegamos cansados a casa de mis padres quienes nos reciben en la puerta con tanta emoción que apenas nos dejan hablar haciendo miles de preguntas.

Desempacamos todo y una vez en nuestra habitación nos tiramos en cama como si lleváramos días de insomnio. Y antes de quedarme dormido puedo ver por una de las ventanas que ya casi ha amanecido.

Me pregunto si tendré alguna sorpresa en este nuevo día.

El Diario de los Hijos del Pastor ©Where stories live. Discover now