13: Serendipia (II)

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Rebeca:

Cuando mi amiga me dijo que había aceptado salir con David un mes después de aquél desagradable rato en la colina del viejo roble algo dentro de mí saltó de alegría. Ella nunca fue alguien que buscara llamar la atención, razón por la cual nos parecieron aún más extraños esos sentimientos repentinos. Todos los que la conocían la ''querían'', pero solían dejarla de lado cuando de reuniones y compañía se trataba. Existían grupos a los que cada joven se integraba una vez que formaba parte de la iglesia y Génesis no pertenecía a ninguno en particular.

David era un chico ejemplar y muy elocuente. Casi todos los jóvenes andaban siempre a su alrededor. Que se volviera tan cercano a Génesis fue algo que nos sorprendió a todos. Nadie excepto yo se había interesado antes por cruzar la barrera imaginaria que se había creado alrededor de los hijos del pastor mientras crecíamos. Ahora él se había sumado, e incluso en una ocasión defendió a los hermanos Sunlight durante un evento evangelístico que se llevó a cabo en ese tiempo.

Para nadie era un secreto que Adan se había convertido en la oveja negra de la familia pastoral. Esto llegó a causar muchos comentarios y críticas al respecto. Sin embargo David demostró que nunca le importó lo que otros pensaran. Solía decir siempre que prefería comprobar las cosas por si mismo, antes de creer en palabras ajenas.

Llevaba tiempo frecuentando la casa pastoral. Al principio se trataba de reuniones con mi querido suegro, pero después de la partida de su prima Olivia sus visitas eran algo más. Lo que antes era un rápido cruce de ''hola'' había pasado a largas conversaciones con nosotras.

La verdad es que me agradaba, me atrevo a decir que hasta le tenía cariño. En realidad todos lo queríamos—menos Adan, claro— y a pesar de haber pasado tantos años ya, aún recuerdo las palabras exactas con las que marcó el inicio de su relación con mi mejor amiga.

Durante una semana el liderazgo de nuestra congregación y algunos voluntarios estuvimos muy ocupados preparando el evento que daría comienzo al nuevo ministerio de la iglesia llamado Rescate Ágape. Consistía en el evangelismo y cuidado a las personas que habitaban en las calles sin hogar. Ese sábado sería el inicio de una nueva etapa para todos y la emoción se percibía en cada rostro.

A pesar de que mi ahora esposo no había vuelto a asistir a nuestras reuniones se ofreció como voluntario para cargar el agua y otras cosas que serían muy necesarias puesto que no se llevaría a cabo dentro del local, sino en el parque que estaba justo al doblar la esquina.

Recuerdo haber visto a los hermanos Sunlight preparando los equipos de audio que se utilizarían mientras que un grupo de personas—aproximadamente unos cinco— se acercaron espectantes a lo que hacía ese par. Pasados unos minutos mi amiga se colocó frente a uno de los micrófonos y después de comprobar que estaba bien tuvo que ir a buscar otra extensión para conectar la guitarra que su amigo especial usaría esa tarde.

Al haberse quedado solo, Adan no tuvo más remedio que subir al escenario y probar el resto de los micrófonos él mismo. Claro que eso a muchos de los que habían estado mirando no les agradó ni un poco. Pensé que sólo se irían con mala cara, pero no. Comenzaron a hablarle al pobre chico de una forma que mi corazón se sentía como si alguien lo estuviera apretando.

—¿Pero que haces?—inquirió una mujer de mediana edad molesta—. ¿Cómo puedes usar un instrumento de la casa de Dios tan descuidadamente?

—¿Eh?—dijo confundido— ¿He hecho algo mal?

—¡Claro que sí!—respondió acalorada— Estás usando el micrófono con el que los levitas adoran a Dios. ¿Acaso no te da pena?

—Ah, eso—terció aliviado—. Descuide, solo compruebo que funcione bien.

—Pues ya está, puedes irte—sentenció una chica morena con lentes— La mayoría de las personas en esta parte de la ciudad te conocen y saben que haces cosas incorrectas, así que por favor no contamines la imagen del ministerio y baja de ahí.

Mis latidos se aceleraron y mis pies comenzaron a avanzar hacia allá más rápido de lo que mi cerebro reaccionó. Mientras seguía oyendo los ataques que se estaban llevando a cabo.

—Sólo quiero ayudar, estoy aquí como voluntario así que no tienen que preocuparse. Estaré todo el tiempo cerca pero lo suficientemente lejos como para que las personas no lo noten—insistió tratando de razonar Adan.

—Tú sólo baja, no te corresponde estar ahí. Ni siquiera deberías permanecer aquí en este evento—esta vez fue un hombre de unos 30 años quién habló—. Aunque en realidad es culpa de tu familia, ellos son quienes te han traído.

—¡Ya he dicho que vine como voluntario!—recalcó el chico exasperado—Bien, ya que mi presencia sólo les resulta molesta, me iré, me iré porque veo que después de todo aún no han cambiado. Pero descuiden, jamás estuvo en mis planes volver a caminar entre estas víboras que por más que fingen amor y santidad, sólo expulsan veneno que mata a quienes les rodean.

—No eres más que un niño malcriado y orgulloso. Si aceptaras las cosas como son tal vez te iría mejor—volvió a intervenir la mujer de antes—. Pero es tu hermana quien va a escucharnos por haber dejado los instrumentos y equipos con un descarriado.

Y justo en ese momento logré llegar a la escena con la rabia emanando por mis poros. Pero en el mismo instante en que abrí mi boca para reprender, fue David quién apareció de no se donde.

—¿Qué está pasando?—preguntó.

—Pasa que este chico de quien ni siquiera voy a mencionar nombre no debería estar aquí—se quejó la chica de los lentes.

—¿Por qué?¿Porque ya no canta, aplaude y asiste cada domingo?¿ Porque ya no es como nosotros?—alzó la voz tajante—. Toda mano es necesaria en estos momentos. No obstante, sino fuera por él esto jamás funcionaría—apuntando el escenario.

—¿Es que acaso ya no existe el respeto por las cosas de Dios?—siguió la chica—. No hagas como si no supieras lo que hace con ese grupo de frikis que siempre anda.

—Hablan mucho de ''las cosas de Dios''—acusó David—. ¿Pero dónde queda Dios?

—¿De qué hablas?—interrogó el hombre.

—Sí, ¿dónde queda Dios aquí? ¿Por qué se enfocan tanto en objetos cuando lo que hay delante de ustedes es un alma por la cual él dió su vida?

» Puede que Adan ya no asista con nosotros a los servicios, o que se haya desviado del camino correcto. Pero eso no cambia el hecho de que alguna vez lo hizo y de que a pesar de lo que haga sigue siendo parte de esa familia que nos bendice cada domingo, esa familia que jamás nos pide nada, pero que necesita mucho más de lo que podamos dar. Y no hablo de cosas materiales, hablo de comprensión, paciencia y respeto. Además, si aún nuestro padre celestial con todo y sus malas decisiones lo ama, ¿cómo podemos nosotros no hacerlo? Hay un error que jamás se debe cometer; y es el de considerar inmundo el estar cerca de un ser tan necesitado de Dios como nosotros. ¿Sino que sería de todos los aquí presentes?

»Loren—señaló a la chica—Cuando llegaste aquél domingo buscando lo que no encontraste nunca en tu hogar por el rechazo que te hicieron tus padres desde pequeña nadie te excluyó, sino que te hicimos parte de nosotros. Todos conocían tu historia, la de tu familia y todo lo que hicieron. Llegaste a autolesionarte en dos ocasiones y aún así siempre te hemos amado por lo que eres, una creación de Dios necesitando refugio. Lo mismo sucede con los que estamos aquí presentes. Así que dejen de actuar como fiscales cuando aquí los acusados somos todos.

» Sus padres, los pastores Sunlight, jamás se han dejado guiar por las apariencias a la hora de tratarnos, sino que han sabido ver más allá de la estética o palabras ajenas. Eso lo hemos podido experimentar cada uno. Así que retribuyan lo que por gracia reciben aún sin merecer.

El Diario de los Hijos del Pastor ©Where stories live. Discover now