2. La ciudad subterránea

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NO REGRETS

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NO REGRETS.
capítulo 2: la ciudad subterránea.

📍 Muro Rose.
Año 844.

Erwin Smith, ¿cómo podría describir a Erwin Smith? Tal vez como el desquiciado amigo que la convenció de unirse a la Legión de Reconocimiento o simplemente eso, su amigo, quien la ayudó a superarse hasta poder llegar al número uno de los mejores reclutas de su unidad, incluso cuando él ya se había graduado. Aquello podría considerarse una maldición, si se sentaba a pensarlo mejor, pero ella era libre y salvaje gracias a la decisión que había tomado: seguirlo.

Decisiones que la habían llevado a donde estaba ahora, frente a su escritorio, viendo el dibujo de la nueva formación. A su lado, Mike movió la nariz olfateando sea lo que sea que estuviera detectando, pero ya acostumbrados a su extraño comportamiento nadie dijo nada.

—Mhm —asintió el castaño claro, la pelirroja se preparó—. La van a rechazar.

—No hacía tanto protocolo para eso, Mike —bufó la asistente, quien ladeó la cabeza para mirar al titán de casi dos metros que tenía por compañero, a veces, muchas veces, se preguntaba como alguien podía ser tan alto y fue cuando Mike Zacharias entró a su vida. El castaño claro ladeó la cabeza de la misma forma y una sonrisa comenzó a formarse en sus labios.

—No empiecen —interrumpió el Capitán Erwin manteniendo un semblante serio pero a la vez despreocupado. Los miró a ambos, aún no entendía como, por separados, eran tan serios y calmados, pero tan competitivos si los juntaban en una misma habitación. Podían dar vuelta el lugar si los dejaban continuar—. Y lamento decepcionarte, Mike, pero la asamblea lo aprobó.

—Como no, luego de aquella agradable visita —alzó la mirada y centró toda su atención en el rubio, soltó un suspiro dejando que todo su peso se sostenga por una pierna—. ¿Estaremos trabajando en esto, ¿no?

—Exactamente, tenemos dos meses.

—Que lindo, más trabajo —canturreó Dmitri recostado por la mesa del Capitán, se había mantenido en silencio mientras trataba de evaluar la mirada de Erwin, porque el rubio siempre ocultaba cosas y descubrirlo era la actividad favorita de Lazar.

—También está el asunto de la ciudad subterránea —habló de vuelta el Capitán recibiendo un coro de "ay, no" en respuesta de la mitad de sus subordinados, la otra mitad se dedicó a poner muecas—. Aunque no les guste, Zackly lo aprobó, pretendo reunirlos y ponerme en contacto con ellos. Mike, Calynn, Thomas, Irina, vendrán conmigo, Dmitri, Hange me pidió por ti, tendrás que quedarte —el mencionado asintió sin poner ningúna queja o excusa—. Los demás prepárense para mañana.

—¡Si, señor!

• • •

Calynn se encontraba sentada sobre los escalones que daban al patio trasero del cuartel, su cabello rojo brillaba bajo el sol y se mecía gracias a la brisa. Lo había mantenido corto desde que se enlistó, sus puntas rozaban su clavícula y de los mechones más largos creaba trenzas que decoraban su cabeza, nunca nadie la había visto sin sus famosas trenzas a excepción de Dmitri, el peliblanco era el único en saber la historia detrás de ellas al igual que la cicatriz de su mejilla derecha. La conocía desde hace más de diez años, estaba en su derecho de mejor amigo saber todos sus secretos.

Hallelujah | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora