10. La expedición N° 23

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NO REGRETS

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NO REGRETS.
capítulo 10: la expedición n° 23.

📍Distrito Shiganshina.
Año 844.

Calynn supo que ese día no sería bueno desde que despertó con un dolor insoportable, podía asemejarlo a ser apuñalada, siempre era el mismo sentimiento cuando llegaba este momento. No era la primera vez que sentía esta clase de dolor, la había atacado desde que era una adolescente y nunca tenía fecha exacta, solo pasaba y dolía como la mierda.

El dolor solía subir hasta su espalda, a veces incluso le dolía la cabeza y los pechos, pero su problema mayormente siempre eran las caderas, lo que afectaba sus piernas, porque en esos momentos hasta caminar parecía ser imposible. La pelirroja no se dejaba vencer, no ganaba nada quedándose en cama por más que Dmitri —quien conocía su condición— la mimara y cuidara. Así que estaría muriéndose de dolor, pero estaría de pie haciendo su trabajo.

Lo único que todos se daban cuenta era su mal humor. Como si fuera lo más interesante.

Se había atado el pelo en una coleta, las puntas de su cabello corto le hacían cosquillas en la nuca por cada acción o movimiento que realizaba, pero podía soportar eso a seguir muriéndose de calor. El sur de las murallas era diferente, más rústico, más cálido, las personas de esta área eran demasiadas tercas y ciegas. La primera vez que vino, Calynn pensó que serían conscientes del peligro en el que vivían al ser la ciudad limítrofe al territorio enemigo y que, a diferencia de los demás distritos, ya no tenían nada más que un muro que los protegiera. Le sorprendió cuando notó que no les importaba y que vivían su vida como si no lo hicieran a lado de monstruos que golpeaban sus muros. Era escalofriante ver como tenían tapado sus ojos ante el peligro. La gente de Shiganshina le desagradaba en demasía y sabía que el sentimiento era mutuo.

Aún así el lugar le gustaba, tenía su panadería favorita donde se realizaban los mejores panes que haya probado. Habían llegado a Shiganshina al medio día, con el sol sobre sus cabezas y el viento en sus espaldas, el viaje no fue largo ni rápido, debían reservar sus fuerzas una vez salieran al exterior. El Comandante había decidido que partirían mañana cuando el sol estuviera en su mejor punto, mientras más luz a su favor mejor podrían ver a los titanes. Además, así también podrían poner en acción la nueva formación de Erwin. Calynn no diría algunas palabras de esperanza ni tendría pensamientos positivos acerca de la misión, había aprendido a esperar siempre lo malo, sin embargo, confiaba en Erwin y ansiaba saber los resultados que tendrían.

Bajó las escaleras que llevaban hasta los establos, los soldados de la Guarnición que vigilaban la muralla y eran amables en dejarlos dormir en su cuartel giraron a verla. Ella no les dió el mismo gusto, el calor la estaba sofocando y el agudo pinchazo en su estómago bajo le daba ganas de asesinar a cualquiera que le hablara. Se había quitado la chaqueta de la Legión y se había quedado con una camisa blanca, remangando las mangas hasta sus antebrazos para sentir al menos un poco del viento. El arrepentimiento cruzó sus facciones, pensando que debió quedarse bajo techo pero necesitaba asegurarse que los caballos estén bien.

Hallelujah | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora