12. Sin remordimientos

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NO REGRETS

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NO REGRETS.
capítulo 12: sin remordimientos.

Al día siguiente empezó el infierno.

Calynn observó, con el ceño fruncido, las nubes dispersas que comenzaban a formarse en el cielo. Había algo que odiaba más que los titanes y era la lluvia, las nubes grises y aún peor, las tormentas. La lluvia la hacía volver aquel día cuando tenía diez años, en ella sentada en el patio de su casa sosteniendo la cabeza cercenada de su padre mientras se empapaba. Los días grises la hacían recordar malas cosas, porque cosas horribles pasaban bajo la lluvia y ya lo había comprobado muchas veces. Ya había ido a muchos funerales.

La realidad era que, quitando eso, temía a las tormentas, siempre lo había hecho, pero una vez fue creciendo la ansiedad y el desespero fue haciéndolo con ella cada vez que oía un trueno o un rayo caer. No podía dormir y temblaba como una hoja, lo cual parecía muy tonto para alguien como Calynn Beyhan. Y la vulnerabilidad que le provocaba no le gustaba nada pero era algo que no podía evitar.

¿Y qué sería peor que enfrentarse a una tormenta fuera de las murallas? Lo odiaba, parecía que nada estaba a su favor.

—Aunque mires mal a las nubes estas no se irán —se mofó su amigo peliblanco acercándose a su lado sobre su caballo, ambos listos para partir. Calynn bajó la cabeza para mirarlo con hastío, Dmitri se limitó a sonreír—. Tranquila, tal vez solo se nuble ó sea una llovizna ligera.

—Eso no me tranquiliza —suspiró, sus ojos oscuros dirigiéndose hasta la llanura a campo abierto donde miles de titanes los estarían esperando—. Tsk, por qué de entre todos los días debía estar así hoy. Si llueve la formación no servirá.

—Un poco más de positividad, Lynn, ¿qué pasa si las nubes solo están de paso y tú los insultas?

—Si se van a ofender entonces que se vayan y problema resuelto —bufó y Fenrir bajo suyo hizo lo mismo, Dmitri soltó una pequeña risa. A él le gustaba la lluvia, cuando estaba en las murallas claro, lo único agradable de las nubes era que taparía el sol y no tendría la necesidad de usar la capucha para resguardarse de los rayos de luz. Esperaba que tampoco lloviera, habría demasiadas bajas de ser así.

El Comandante se puso en la punta de la formación, el nerviosismo se podía sentir entre los soldados, la tranquilidad y alegría de la noche se habían esfumado tan rápido cuando amaneció. El temor de no volver a casa era palpable, todas sus esperanzas estaban puestas en la nueva formación de Erwin. Para cuando Shadis se puso en marcha y la vanguardia se apresuró a seguirlo, el sol se filtró entre las nubes revelando nuevamente el azul del cielo. Tal vez Dmitri tenía razón y solo estaban de paso, no debía pensar en ello, debía atender su camino.

El peliblanco no tuvo de otra que taparse con la capucha nuevamente. No era recomendable exponerse tanto tiempo bajo el sol por su condición, las pecas suaves que adornaban sus mejillas y cruzaban por el puente de su nariz eran prueba suficiente de que no debía forzar los límites de su piel. Aún así seguiría eligiendo la Legión de Reconocimiento una y otra vez, incluso si le afectara. Con su rostro parcialmente protegido y las manos en las riendas que guiaban a Elden, giró su cabeza para mirar atrás, sus ojos celestes buscaron con tanta rapidez hasta dar con Farlan y sus amigos. Estaban tensos, pudo notarlo incluso a la distancia. Y aunque Farlan no lo vió, Dmitri formó una sonrisa antes de girar y ponerse en marcha.

Hallelujah | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora