7. El Protector de la Humanidad

819 77 246
                                    

NO REGRETS

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

NO REGRETS.
capítulo 7: el protector de la humanidad.

📍 Distrito Orvud.
Año 835.

Las murallas se alzaban alrededor del distrito del Muro Sina, inalterables y quietas, parecían que podría comerse a la ciudad si se lo proponían. Ahogaba la luz del sol y el viento se hacía pequeño, o bueno, así lo sentía Dmitri. Tal vez si vivía en los campos de Rose o María, donde no se veía las construcciones antiguas en una posición estratégica, no se sentiría así de encarcelado.

El muro siempre le había parecido molesto y desagradable, pero de todos los sentimientos que le causaba, el misterio y la incertidumbre eran los líderes. Dmitri se cuestionaba lo que las demás personas ignoraban sobre el gigante monumento que salvaguardaba sus vidas y es que no debía hacerlo, pero que esté prohibido si quiera pensar sobre todo lo que a él le pasaba por la cabeza lo volvía aún más interesante, ¿por qué intentan callar algo que debería ser común? ¿ellos sabían algo que él no? Tenía dos respuestas, si, claro en que saben cosas. Y no, las autoridades son muy patéticas y conservadoras como para seguir una orden poco confiable sin rechistar.

Nadie parecía detenerse al menos un momento para darse cuenta la forma en que vivían, que no era normal vivir en una jaula y que no era correcto que el gobierno no intente hacer nada para cambiar su realidad. Dmitri moría por tener respuestas, de averiguar que había más allá pero tenía quince años y su madre apenas le daba permiso para cruzar el muro Sina hasta la capital para llevar a su hermana a la casa de su prima que tenía la misma edad, todo con tal de que jugara con ella.

La pequeña Milenka Lazar de diez años —quien prefería que la llamaran Mila— agitaba su mano unida a la de su hermano mayor, miró la puerta abierta del muro, al hueco gigante y sintió un escalofrío cuando una corriente de aire frío chocó contra ellos. A Mila le dió miedo cruzar por primera vez, se detuvo obligando a su hermano a frenar, retrocedió un paso viendo como la luz del otro lado chocaba contra la pared y aún así había un espacio oscuro entre la sombras, pensó que iba a ser horrible cruzar el camino de noche.

—¿Qué pasa, Mila? —preguntó bajando la cabeza, observó su cabello castaño claro sujeto en una coleta muy diferente al suyo, pero cuando alzó la vista ojos celestes idénticos chocaron entre si. Mila frunció el ceño volviendo a fijarse en la entrada, levantando su cabeza para ver el muro demasiado alto para alguien tan pequeña como ella.

—¿No se van a caer? —preguntó para sorpresa de Dmitri, este la miró curioso unos segundos para luego imitar su posición mientras la acercaba más.

Algunas personas pasaban a lado de ellos sin darle importancia, otros los miraban queriendo saber qué hacían molestando en medio del camino. Dmitri los ignoró a todos y fijó su atención de vuelta en el material gris un poco brilloso de la Muralla. Era estúpidamente alto, era de público conocimiento que los titanes más altos registrados en el último milenio tienen alrededor de quince metros, no era como si podían escalar, estarían todos muertos si eso pasaba. Así que ladeó la cabeza volviendo a tener una nueva incógnita, como si ya no tuviera muchas.

Hallelujah | Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora