Capítulo 8

11.6K 2K 136
                                    

—Me voy a conseguir un trabajo a medio tiempo los días de semana

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Me voy a conseguir un trabajo a medio tiempo los días de semana.

—¿Ah sí?, ¿Por qué tomaste esa decisión tan de repente?

Mi padre estaba cocinando algo que olía delicioso. A mi madre le había tocado hacer de ayudante de cocina esta vez.

—Para ganar un poco de dinero y ser un poco más independiente. Ya soy mayor de edad, me siento horrible cada vez que tengo que pedirles dinero.

—Pero Eli, nosotros fuimos quienes decidimos apoyarte económicamente mientras estudias, no es un problema para nosotros —dijo mi madre.

—Ya lo sé, pero de todas maneras quiero aportar algo y aprovechar mi tiempo libre durante la semana.

—Hagamos una cosa. Me ayudas en la tienda mientras no tengas clase, y te doy algo de dinero, ¿te parece bien?

Arqueé una ceja.

—Papá, es lo mismo. El dinero que me dan sale de ahí.

—Pero es un negocio familiar, Eli. Es de los tres. Voy a pagarte por tu trabajo.

Suspiré. Mis padres siempre querían ayudarme en todo lo que estaba a su alcance. Desde luego que yo lo agradecía infinitamente, pero a veces quería salir de debajo de sus alas y valerme por mí mismo. Ellos no iban a estar para cuidar de mí por siempre.

—Déjame pensarlo. No te prometo nada —dije finalmente, y ellos parecieron aceptar mi respuesta.

. . .

—Yo no le veo nada de malo. Creo que sería genial que trabajaras con tus padres.

Le conté a Samuel mi decisión de conseguirme un trabajo, y la propuesta de mis padres.

—Sí, puede ser, pero en el fondo no estoy despegando de verdad, ¿sabes?

—Apenas tienes dieciocho años, Eli. Recién estás comenzando tu carrera y es complicado conseguir un trabajo a medio tiempo donde no te exploten. Algunos de mis compañeros de clase tienen trabajos a tiempo parcial y siempre cuentan que no les da la vida para todo. Al menos si trabajas con tus papás ellos van a darte un respiro cuando necesites estudiar para un examen. Creo que estás siendo un poco pretencioso.

Chasqueé la lengua cuando caí en cuenta de que tenía razón.

—Voy a pensarlo un poco más antes de darles una respuesta definitiva.

Eso es, piénsalo bien. Pero si lo que quieres es darte la cabeza contra la pared para entenderlo, también es válido. Mis padres dicen que es parte del aprendizaje de todo ser humano.

Apreté los labios cuando ambos nos quedamos en silencio. Tenía pensado contarle que estuve charlando con Johana, pero me resultaba tremendamente bochornoso admitirle que tuve que recurrir a ella porque no podía manejar el tema por mí mismo. Yo sabía que Samuel no me criticaría, pero yo tenía la capacidad de montarme una película mental sin necesidad de que me dijera algo.

—Hoy me junté con Johana y tomamos unos cafés.

—¿Sí? genial, ¿cómo está ella? me alegró que nos hayamos juntado el otro día.

—Está bien. Te mandó cariños. Estuvimos charlando...

Samuel hizo silencio, como si estuviese esperando que continuara, y al ver que yo también me quedé callado, continuó:

—¿De qué charlaron?

—Bueno, le pedí un par de consejos, porque ya sabes que ella tiene más experiencia que yo en el asunto amoroso y... Bueno...

Estaba dando tantas vueltas que incluso me desesperé a mí mismo. Escuché una risita del otro lado, y el corazón se me aceleró de golpe.

—Ya entendí a qué te refieres. No quiero que te sientas presionado por esto, Eli. Estamos bien, ya te lo dije.

—Sí, sí... —Me rasqué la cabeza mientras daba vueltas por toda la habitación —. Yo no me siento presionado en absoluto. Es algo a nivel personal, ¿entiendes? Pensé que quizás hablando con alguien que vea la situación desde afuera tal vez obtenga una respuesta más... objetiva.

—Está bien —dijo. Su tono de voz me indicó que todavía estaba sonriendo—. Aprecio que te estés preocupando tanto por este asunto. Agradécele a Johana de mi parte si vuelves a hablar con ella.

—Olvídalo. Johana no va a saber que te conté esto. Ya tengo suficiente con que ella sepa que nosotros no hemos...

Me mordí el labio. Samuel soltó otra carcajada.

—¡Ni siquiera puedes decirlo! —exclamó—. Eres adorable, Eli. Eres el novio más adorable del mundo. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La subjetividad de la bellezaWhere stories live. Discover now