Capítulo 22

11.1K 1.7K 36
                                    


—Ya sé cómo voy a pagarle a tus padres

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

—Ya sé cómo voy a pagarle a tus padres.

Nos habíamos tumbado en mi cama para pasar el rato cuando el frío nos arruinó los planes. Bueno, en realidad fuimos nosotros los que preferimos quedarnos en mi casa, al calor de la estufa, en vez de salir a chupar frío al centro. Además yo todavía seguía un poco engripado, y mi madre se pasaba por el arco del triunfo mi mayoría de edad, me regañaría horrible si me veía con intenciones de salir.

—Sam, ya hablamos de esto. No tienes que pagarles nada. Ya te dije que mis padres no lo hicieron con la intención de...

—Hay un programa que reúne a los estudiantes universitarios con discapacidades —me interrumpió, ignorando por completo mi comentario anterior—, para orientar a escolares que padecen algún tipo de discapacidad motriz, visual o auditiva. Es como un programa con inserción laboral. Te imparten un curso y luego te llevan a distintos centros educativos para que actúes como asistente, y te pagan. Por ejemplo, yo podría enseñar braille, a usar el bastón y a distinguir lugares y objetos por olores y temperaturas.

Me senté en la cama para prestarle más atención.

—Eso suena interesante. Aunque admito que no puedo imaginarte como profesor.

—No creo que sea tan malo. Tú aprendiste a leer en braille en muy poco tiempo.

—Y me enseñaste bastante bien.

—¿Cómo que "bastante" bien?

Me reí.

—Más o menos, del uno al diez te doy un seis, porque me metías presión.

—Soy exigente.

—Sí, claro.

—Voy a tomar el curso.

—Sam, en serio no tienes que esforzarte tanto para...

—No me des un sermón. —Levantó la cabeza y esbozó una sonrisa. Pero no era una sonrisa agradable, como esas que solía dedicarme. Era amenazante, un poquito aterradora.

—Está bien, lo que quieras. Pero mis padres no van a querer aceptarte el dinero.

—Eso es algo que yo resolveré con ellos en su momento.

En el fondo yo sabía que él seguía un poco molesto. Más allá de todo lo que sucedió, a Samuel no le gustaba para nada que se metieran en problemas por su culpa, y desde luego, se sentía responsable. Y ese sentimiento probablemente lo tuvo dándole vueltas al asunto y buscando la manera de ganar dinero.

—Lo siento —dijo de repente —. Creo que fui muy rudo contigo.

—Tal vez un poquito, sí, pero no me das miedo.

Los dos nos reímos.

—Voy a hacerlo.

—Si eso te hace sentir mejor, adelante. Creo que igual puede ser una muy buena experiencia para ti.

Estiró la mano para buscarme. Yo me acerqué a él y cuando estuve lo suficientemente cerca, me abrazó. Ocultó el rostro en mi cuello y se quedó allí durante un rato.

—Hablé con mis padres. Me dijeron que no saben si se van a divorciar o no. Me preguntaron qué opinaba yo al respecto y les dije que no quería que se separaran, pero que al final la decisión era suya.

—¿Y te hizo sentir mejor hablarlo?

Se encogió de hombros.

—Sí y no. Pude sincerarme con ellos, pero me da miedo la decisión que vayan a tomar. Quiero decir... voy a aceptarlo de todas maneras porque quiero que ambos sean felices, pero sé que si se divorcian me va a costar asimilarlo.

—Bueno, la decisión que tomen será por el bien de todos. Tú intenta enfocarte en otra cosa porque darle más vueltas al asunto solo te va a generar ansiedad.

Él solo asintió. No importaba lo que yo le dijera. Samuel era Samuel; estaba en su naturaleza el preocuparse por todo y por todos siempre. Cuando un tema lo tenía inquieto, no se detenía hasta que lograba encontrar una solución. Pero el detalle es que este problema en concreto era algo en lo que él no podía meterse. Era una decisión única y exclusiva de sus padres. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
La subjetividad de la bellezaWhere stories live. Discover now