Capítulo 17

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Le pedí a los señores Colman que me dejaran acompañarlos a la residencia de Samuel

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Le pedí a los señores Colman que me dejaran acompañarlos a la residencia de Samuel. Sentía mucha curiosidad por saber cómo era el lugar, y tal vez podría cruzarme con el famoso Boris.

El señor Colman puso algo de música en la radio para matar el silencio. Yo me perdí en la vista que me ofrecía la ventana mientras tarareaba la canción que sonaba. La señora Colman me sacó charla en un momento, y así fue como logramos hacer que el viaje fuera un poco más ameno.

La residencia era como una casona gigante. Estaba rodeada por rejas verdes, y el patio delantero era de gravilla, con algunas plantas alrededor.

Bajamos del auto y tocamos el timbre. Uno de los asistentes nos recibió y nos hizo pasar al lobby. Comprendí de inmediato por qué la mensualidad les costaba un ojo de la cara; el lugar era precioso, y no solo eso, estaba impecable, y la atención del personal era muy acogedora.

—Ve a buscar a Samuel, Eli. De seguro va a sorprenderse un montón cuando sepa que viniste.

La señora Colman me dedicó una sonrisa dulce.

Luego de pedirle indicaciones a los asistentes, atravesé el pasillo en busca de la habitación de Samuel. La puerta estaba abierta y pude reconocer su mochila armada y la cama de Tessa, pero él no estaba allí, así que seguí mi recorrido hasta que llegué a la sala de estar, y allí lo encontré. Estaba sentado junto a un muchacho, supuse que se trataba de Boris cuando vi su lazarillo echado junto a él. Estaba hablando de algo con Samuel y parecía muy enfrascado en el tema. Sam solo asentía.

Toqué su hombro con suavidad, y me acerqué a su oído.

—Lamento interrumpir...

Boris cerró la boca de golpe, Samuel dio un respingo, y Tessa saltó a saludarme con el mismo entusiasmo de siempre.

—¡Eli! ¿Qué estás haciendo aquí?

—Ah, pasaba por aquí y decidí venir a saludarte —Bromeé—. Vine con tus papás a buscarte, tonto.

La sonrisa de Samuel era tan amplia que casi no cabía en su rostro. Estiró la mano para buscarme, y yo la tomé entre las mías para besarle los nudillos. Me dio un abrazo apretado y se puso en puntillas para besarme. Boris seguía parado junto a él. mudo.

—¿No me vas a presentar a tu amigo?

—Ya sé quién eres —volví a escuchar la voz aguda de Boris en ese momento—. No para de hablar de ti ni un segundo. Es un pesado.

Samuel se separó de mí y estiró la mano para tocar el hombro de Boris. Él se cruzó de brazos.

—Él es Boris, Boris, él es Elías.

—Es un gusto conocerte por fin, Boris, Sam también me ha hablado bastante de ti.

—¿Ah sí?, ¿qué tanto te dijo?

La subjetividad de la bellezaWhere stories live. Discover now