Capítulo 3

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Había llegado a la enorme casa de la millonaria, la ojiverde se había quedado dormida en el camino, pero afortunadamente le había puesto la dirección en el GPS del carro. A Camila no le había dado tiempo de poder detallar a gusto la enorme casa puesto que su primer trabajo iniciaba ya, su primer trabajo era cuidar a la ojiverde en lo que queda de la noche.

Había sido una tarea casi mortal el poder bajarla y que los guardias de seguridad le permitieran entrar, porque al llegar al portón se llevaron a la ojiverde dentro de la casa, pero le negaron la entrada a ella, después de varios minutos convenciéndolos y que al final tuvieron que llamar a Normani para confirmar que efectivamente ella tenía que entrar. Los guardias la dejaron entrar sin siquiera dirigirle la mirada o pedir perdón por su gran falta de respeto al como la trataron, ya que casi la cargaban y la llevaban a un lugar que ella desconocía. Entró a la casa, y se removió incomoda, a pesar de la hermosa luz que generaban la iluminación de la casa, el ambiente de la casa era frío y vacío, no podía entender como la millonaria había estado viviendo ahí si el lugar parecía solitario.

—Maldita sea—Masculló temblando ante el frío, e inmediatamente dirigió su mirada a las posibles lugares entrada del aire y vio como todas las ventanas estaban abiertas—¿Pero qué demonios, Lauren?—Masculló caminando a cerrar todas las ventanas.

Y joder, la batalla que dio por cerrarlas fue brusca y difícil, el modelo de los ventanales era complicado, había tratado de jalar para cerrar pero estaba duramente inmóvil, al final vio como el ventanal tenía un tipo de seguro y al presionarlo, fácilmente pudo cerrar, así que hizo lo mismo con todas las ventanas al ver que eran del mismo diseño.

Con los brazos adoloridos se dio la vuelta viendo toda la planta baja, o al menos lo que podía ver debido a la falta de paredes dentro.

—Era más sencillo picar el botón desde aquí—Habló una voz a un lado de ella provocándole soltar un grito por el susto.

—¡Jesucristo, señora Lauren!—Gritó llevándose una mano al pecho sintiendo como su corazón latía fuertemente y dolorosamente contra su pecho.

Las risas para nada discretas de su borracha jefa la hicieron molestar pero se mantuvo con los ojos cerrados tratando internamente calmarse. Sin embargo, unas manos en su hombro la hicieron estremecer e inmediatamente trató de alejarse pero su jefa no le permitió, ya que la rodeó con sus brazos en un un abrazo, el cual misteriosamente la hizo sentir una seguridad como nunca.

—Perdóname, no pensé que te asustarías tanto—Murmuró con culpabilidad sosteniendo con firmeza el cuerpo de la morena, el cual temblaba ligeramente.

Eso hizo confundir a la morena, pero al abrir los ojos, y encontrarse en el cuello de la ojiverde, notó como pequeñas lágrimas mojaban sus mejillas.

—Estoy bien, no es nada—Habló susurrante tratando de alejarse mientras limpiaba las traicioneras lágrimas, pero su jefa no le permitió separarse.

—Si es para mucho,… mi intención era mostrarte como era… más fácil cerrar mis ventanales, no quería hacerte llorar—Acarició con cariño su cabello intentando trasmitir confianza y tranquilidad a la cantante, quien ahora resignada había recargado su rostro en su cuello.

—¿Cuánto tiempo llevas… Viéndome?—Preguntó cambiando el tema.

—Desde que… Querías cerrar mis ventanales—Suspiró inevitablemente al inhalar el dulce aroma natural de la morena.

—¿Dónde estabas?

—En mi cuarto… No sé como llegue ahí—Comentó riendo suavemente alejándose solo un poco de la morena para poder verla, y al verla sintió un escalofrío recorrerla, las mejillas de la cantante ligeramente sonrojadas, sus ojos llorositos mientras tenía una sonrisa de que se había reído ante su comentario—Tú no me llevaste, ¿verdad?

MaidWhere stories live. Discover now