Capitulo 34

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El día llegó, el baile de fin de curso. Todos estaban emocionados, ahora más que nunca, después de todo, era el fin de la secundaria, y de absolutamente toda la época escolar simple. Ahora el futuro se les venía encima, y por lo menos, planeaban pasarla bien antes de tener que tomar decisiones.


Louis se estaba duchando, mientras cantaba suavemente una melodía de Ed Sheeran, uno de suscantautores favoritos. Tenía gran habilidad para el canto, pero no le gustaba cantar en público.

Ni siquiera a Stephanie solía cantarle. Quizás hoy era el día, le cantaría, después de todo, el ambiente lo llevaría a hacer alguna locura por ella.

Mientras tanto Stephanie se arreglaba el cabello. Levantó la mirada, y decidió que tenía que lavarse la cara. Los rastros de llanto seguían allí. Suspiró, se mojó la cara y se secó con la toalla.

Se puso otra vez frente al espejo, terminó de arreglarse el cabello, se sacó la bata, dejando ver su cuerpo semidesnudo en el espejo. Sonrió débilmente al ver una marca en su cuello, mataría a Louis, tendría que ponerse maquillaje para que no se notase.

Se maquilló bastante, borrando las ojeras y haciendo parecer que nada le sucedía. Se puso el vestido, Louis la miraría con cara de pervertido cuando la viese, estaba segura. Se puso los enormes tacones, y terminó los últimos detalles. Louis vendría por ella en quince minutos. Se dio una última mirada, se puso su pulsera favorita, aquella que Louis le dio. Y finalmente, bajó.

Su madre estaba allí, la observó de pies a cabeza y sonrió. Rob, sonrió también, aunque a Stephanie le dio miedo la sonrisa maléfica. Lo odiaba, no quería mirarlo a los ojos.

Louis tocó la bocina, mientras se borraba el beso de su madre de la mejilla. Bajó del auto, y se apoyó en él, luego nervioso, volteó a darse otra mirada. Se acomodó la corbata, que necesariamente tenía que ser roja, a petición de Stephanie. Sonrió nervioso, entonces la puerta de la casa se abrió.

Si no fuese porque la mandíbula de Louis estaba adherida al resto de huesos de su cara, se abría caído. Estaba hermosa, no, más que eso, estaba jodidamente sexy y preciosa, el solo verla lo hacía pensar cosas indebidas. Tomó una bocanada de aire, y suspiró.

Stephanie llevaba un apretado vestido rojo, que dejaba un hombro totalmente al descubierto. Era corto, muy corto y dejaba ver sus largas piernas, usaba unos zapatos rojos con un enorme tacón, su cabello estaba recogido en un bonito peinado, llevaba unos aros negros, en combinación al color de sus uñas y de su bolso.

Sus ojos estaban maquillados perfectamente, sus gruesas pestañas enmarcaban sus ojos, más el delineador que le daba una mirada intensa. Sus mejillas levemente sonrojadas, y la mejor parte. Sus tentadores y gruesos labios que iban pintados rojos. Ella sonrió tímidamente, mientras Louis se la comía con la mirada.

-Estás… -no tenía palabras para describir lo perfecta que se veía -¡oh! No sé que decir.

-¿Estoy bien? –preguntó ella mordiéndose el labio. Louis evitó mirar sus labios demasiado.

-Estás… oh dios, jodidamente sexy y perfecta, mi amor –dijo besando la frente de la chica. Le abrió la puerta del copiloto, y le dio la mano para que subiera. Ella sonrió coqueta.

Louis saludó con la mano a la madre de Stephanie y a su novio. Subió y encendió el auto, tratando de no mirar mucho las descubiertas piernas de su novia. –Ponte el cinturón –susurró. Ella asintió y se lo puso.

Louis manejó hasta el gran gimnasio perfectamente decorado de la secundaria. La ayudó a bajar, tomándole la mano. Ella le sonrió.

Entraron tomados de la mano, Louis sonreía con suficiencia. El lugar estaba maravilloso, parecía un local nocturno sofisticado, iluminado a la perfección. Era hermoso contemplarlo.

Como AmarWhere stories live. Discover now