Capitulo 58

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Louis se despertó en medio de la noche con una terrible pesadilla. Limpió las lágrimas que habían salido durante el sueño. Bajó a tomar un poco de agua, eran alrededor de las cuatro de la mañana. Hacía frío, y por eso le extraño ver una silueta frente a su casa. Luego de unas cuantas miradas, reconoció a quien pertenecía la figura. Maldijo por lo bajo. No quería cometer alguna estupidez, pero la oportunidad estaba ahí, frente a él. Rob, la calle solitaria,  Stephanie durmiendo y nadie que pudiera interponerse. Era ahora o nunca.

Tomó un enorme cuchillo de la cocina, se puso pantalones de deportes y un holgado saco con capucha. Escondió el arma bajo su ropa, y se puso la capucha para salir. Tomó un respiro y se acercó al hombre.

-A estas horas de la mañana es algo extraño encontrar a alguien decente aquí –bromeó Louis intentando fingir tener un buen ánimo.

-Lo mismo para ti muchacho –murmuró el hombre arqueando las cejas –cualquiera que te viera con esa capucha creería que eres un mafioso –ambos rieron. Louis sonrió tanto como pudo.

-¿Vas de fiesta? –preguntó intentando fingir indiferencia.

-¿Yo, a estas alturas? No, ya no tengo veinte años –dijo riéndose -¿y tú? Lo dudo, creo que pondrías más énfasis en tu aspecto.

-Salí, no podía dormir y necesita aire fresco –dijo Louis como si nada –además, Stephanie tampoco me dejaba dormir. Habla mucho entre sueños, sobre todo cuando tiene pesadillas –dejó esa bomba en el aire. Pesadillas. Claro, hablaba de las que ella tenía desde lo que ese imbécil le había hecho.

-Oh… -nada más salió de su boca. Louis frunció el ceño.

-No sé, quizás haré que visite otro sicólogo aquí en Londres. En Nueva York no funcionó demasiado. Digo, con lo de las pesadillas –Rob se tensó. Louis le lanzó una inocente mirada.

-¿Demasiado estrés universitario? –pregunta Rob con toda la inocencia del mundo. Louis suspiró intentando controlarse. Pareciera que el cuchillo le gritara que lo asesinara.

-No sé, no creo que sea eso. Los problemas empezaron antes de que saliera de Londres. –soltó Louis. Rob sonrió un poco.

-Stephanie es algo extraña, nunca noté nada en ella –miró a Louis directamente a los ojos.

-Es bastante raro, debido a que ella estaba en la misma casa que tú –entrecerró los ojos intentando intimidarlo –además… creo que le tomaste cierto cariño ¿no Rob?

-Supongo –Louis bufó –es una chica tranquila.

-Ya lo creo. No te dio demasiados problemas. En vez de denunciarte, decidió huir y dejarte el camino libre ¿no?

-No sé de que hablas. ¿Denunciarme?

-No quiero una mentira más. Desde ahora, jugaremos MI juego –Rob rio. –Y las reglas las pongo yo. Ahora dime Rob. ¿Acostumbrabas a fijarte en chicas jóvenes?

-Louis, Louis… si juegas con fuego, puedes quemarte. Creo que tus padres te han enseñado eso. ¿A que sí? –Rob sonrió desafiante. Louis dio un largo suspiro.

-Hazme las cosas fáciles, ¿quieres? –Rob arqueó una ceja. Ni el mismo Louis podía entender como estaba tan tranquilo. –Respóndeme la maldita pregunta.

-Debo admitir que las más jóvenes me ponen –sonrió. Louis bufó –yo me enteré de que a ti te gustan mayores. El diario de la pequeña Stephanie lo decía claro. –el sintió un dolor extraño en el pecho. Recordar esa parte de la historia no le era demasiado agradable.

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