Capítulo 11: EL PASADO DE MARXEL

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        KARA 

Faltaba un día para que partiéramos a la Alta Torre. Había memorizado el plan una y otra vez, repitiendo las indicaciones de Cynthia al pie de la letra, pero seguía sintiendo aquella punzada de temor por lo que vendría.

Nunca me había sentido de aquel modo. Ni siquiera cuando había interrumpido en la Alta Torre la primera vez.

—La isla fuego es preciosa —susurró Dante mientras contemplaba las montañas que se cernían sobre nosotros. En aquel terreno seco y desnutrido del norte de la reserva, el viento acompañado con un olor a azufre y a muerto se profundizó en mis fosas nasales como si quisiera recordarme los efectos de la guerra nuclear.

Me había traído a unas de las plataformas que se acercaban a las devastadoras tierras teñidas de masa ennegrecida. Si me acercaba lo suficiente al límite de la plataforma y miraba hacia abajo, estaba segura de que podría sentir el aire caliente y espeso de la contaminación.

Deslicé los dedos por la hierba seca y desplumé unos cuantos dientes de león por mi camino.

—Es fértil, pero está llena de volcanes activos —continuó contando él—. Por suerte, las erupciones no son tan devastadoras, pero siempre hay ceniza.

—Y aún así quieren vivir ahí —repuse con una sonrisa.

—Dicen que es un lugar precioso —dijo mientras alzaba la mirada y se enteraba que los vilanos de los dientes de león que se habían arropado a su alrededor. Sonrió—. Cuando todo esto acabe podríamos vivir ahí.

La sonrisa que tenía en los labios se me disolvió. La palabra «podríamos» se me estancó en la garganta.

Hubo un tiempo en el que había soñado con un hogar propio, pero aquel sueño se esfumó como el humo cuando lo que más quería se me había arrebatado. Asimilé a vivir desplazándome de sitio en sitio, huyendo en cada momento, sin darme el privilegio de pensar si quiera en lo que yo deseaba, porque solo el hecho de hacerlo me hacía más vulnerable a Pam, reconociendo que en los momentos más desprevenidos mi enemigo podría volver a quitarme lo que más quería.

Entendí que los sueños, el amor y los deseos podían ser arrebatados fácilmente.

—No lo sé, Dante.

Una brisa espesa atravesó mi cuerpo y me sacudió un poco el cabello.

—¿No te gustaría? —preguntó.

Caminé por la hierba y le di la espalda, sintiendo el compromiso sobre los hombros con solo pensarlo. Nunca me había planteado realmente vivir en algún lugar. No había tenido un verdadero hogar desde aquella noche.

—Deberías pensarlo —soltó y me mordí el labio—. Te estoy hablando no solo de un lugar precioso, sino un lugar donde estarás segura. Puede ser una gran oportunidad.

—Suena a que es un lugar precioso —intenté disimular una sonrisa y me encogí de hombros—, pero no sé si es para mí.

—Escúchame —se acercó y colocó una mano sobre mi cintura—. ¿Sabes que mereces todo en esta vida?

Rogué para que lo dejara ir y cambiara el tema, pero parecía como si Dante hubiera estado esperando justo este momento para hacerme esa pregunta. Una pregunta que quería evitar.

«¿Qué sucederá cuando todo termine?»

Ni siquiera yo misma lo sabía. Ni siquiera sabía si las cosas iban a salir bien, así que preferiría no hacerme ilusiones.

Pero Dante era el tipo que siempre se hacía ilusiones.

—Estás pensando en la Orden, ¿No?—dijo y mi silencio confirmó su pregunta—. ¿Cuándo vas a pensar en ti? ¿Alguna vez has pensado en sueños? —parecía como si me hubiera leído la mente—. ¿Alguna vez has pensando en soñar algo grande que no tenga que ver con venganza?

Ladrón de Humo| 2Where stories live. Discover now