CAPÍTULO 24: DESAPARECIDO

22 1 0
                                    

KARA

En los últimos días, no le había vuelto a ver el pelo a Marxel Leví. No se había presentado a los entrenamientos, ni tampoco le había visto en los pasillos, ni su nombre se había pronunciado en las noticias informando sus actividades. Lo último era especialmente raro, pues el Káiser era el centro de atención con regularidad.

Parecía estar evitándonos a todos en la Alta Torre.

Le pregunté un par de veces a Cynthia sobre él, y me dijo que estaba ocupado preparando la fiesta de restauración, pero por la forma en que evitaba mis ojos tenía el presentimiento de que algo estaba ocurriendo.

—Deberías estar preparándote —me dijo con la voz baja—. No tenemos mucho tiempo.

—¿Preparándonos? —arrugué la frente—. No nos han informado de nada.

Cynthia suspiró y evitó mis ojos.

—El Káiser dará un comunicado pronto.

Luego continuó avanzando por el pasillo.

Mí humor parecía decaer en lo que fue el resto de la mañana. Necesitaba hablar con Marxel. La última vez que lo vi fue en su despacho y el solo hecho de acordarme me hervía la sangre por haberme abandonado y encerrado ahí, de la misma forma que me provocaba un mareo en el estómago al recordar cómo me descansó en su escritorio mientras rozaba sus labios con los míos. No debía haber ocurrido, no después de que Marxel se cerrara por completo a mí cuando le pregunté lo que le pasaba.

Aparté la imagen del recuerdo en mi cabeza y me enfoqué en la botella de agua que Dante me lanzaba. Sus largas piernas descansaron en la colchoneta frente a mí mientras se estiraba los músculos de la espalda.

—Por cierto... —susurré—. ¿No crees que nos ocultan algo?

Me miró, confundido.

—¿Quiénes?

—Todos... —contesté—. Tú madre, Marxel... Creo que algo está sucediendo, pero no quieren contarnos.

Frunció el ceño, pensando en mí palabras, pero negó con la cabeza.

—Ella me lo diría —susurró.

No se lo diría todo.

Todavía guardaba su secreto, pero no sabía cuánto tiempo podía seguir mirándole a los ojos sin sentirme culpable. Si Cynthia no planeaba contárselo todavía, ¿cuánto tiempo tenía que permanecer callada hasta que él se enterara por sí solo de la verdad?

—A veces extraño nuestro estudio en la zona marginal —solté, mirando las paredes altas de la zona de entrenamiento, hacia aquellos ventanales gruesos que nos separaban de allá afuera. Estar encerrada en este lugar ya estaba empezado a exasperarme. Continué distrayéndome con el borde la colchoneta—. Cuando solo trabajamos tú y yo.

—Cuándo tomabas el control de tú propio plan, ¿no?

Su mirada se encontró con la mía y asentí. No podía continuar siguiendo las reglas, no me gustaba que el Kaiser se empeñara a ocultármelo todo o que Cynthia tuviera sus grandes planes detrás.

Yo no quería seguir a nadie, quería que me siguieran a mí.

Él tragó saliva tras mirarme en lo que pareció una eternidad.

—Lo que sea que se esté cruzando en tú cabeza, Kara —me dijo—. Deberías ignorarlo. No podemos regresar a esa vida.

—Podríamos salir de aquí —susurré y me incliné sobre él, su mirada llena de brilló me contempló—. Tú y yo, en dirección a la fortaleza. Podríamos asesinar a Pam Bennett y terminar con todo esto.

Ladrón de Humo| 2Where stories live. Discover now