Capítulo 18: LA ADVERTENCIA DE WILL

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KARA 

—Esta es tu habitación personal, señorita Vladir. Si desea algo en especial, podrá comunicarlo en recepción o llamando al número telefónico que tiene junto a la mesa de noche —me dijo una señora con lentes, muy mayor, que evitaba mirarme demasiado el rostro como si tuviera algún tipo de enfermedad leprosa. La elitista se hacía llamar Bianca y se encargó de repetir varias veces que estaba a mi servicio, pero con el hincapié de que llevaba varios años en servicio de la familia Leví y que esperaba evitar problemas, la última palabra la entonó de tal manera que se me escapó una pequeña sonrisa y ella me respondió a ello fulminándome con la mirada.

«Las salidas fuera de la Torre son prohibidas durante vuestra estadía, así que por favor, evite acercarse a la entrada principal. Recuerde que la reputación del Káiser está en juego con todo.

—Por supuesto —susurré, observando la iluminación de mi nueva habitación. Una lámpara dorada hacía en el techo justo encima de la cama, adornando una luz cálida y acogedora. Las sábanas eran de un color blanco satinado, apostaba de lejos que llegaban a ser tan suaves como estar recostado en las nubes. Había un ligero incienso adornado en la mesita de noche, que desprendía un olor agradable y relajante.

La alfombra al lado de la cama estaba repleta de algún tipo de pelaje reluciente y más allá, una ventana con un balcón que iluminaba la habitación. Una vista preciosa dando hacia el bosque y las residencias elitistas.

Tragué saliva observando cada detalle. La habitación era tan grande que podían caber diez rebeldes en ella y resultaba que ahora tenía este sitio solo para mí. No tenía ni idea de cómo sentirme, como si hubiese sido premiada gracias a Cynthia por haber superado la prueba.

Me pregunto que hubiera sucedido con nosotros si no lo hubiera logrado.

—Tiene menos de una hora para alistarse —avisó Bianca—. Encontrará la ropa nueva en el armario junto con otras prendas más casuales, le recomiendo desecharse de esos ropajes negros... —me miró con de arriba abajo y se enfocó en los pantalones que estaban bastante empolvados—. Cuando esté lista, deberá dirigirse al cuartel militar en la planta sesenta y dos para encontrarse con los otros.

—¿Por qué el cuartel militar?

—A partir de hoy comienzan los entrenamientos —susurró y aplanó los labios—. Se puede decir que es una coalición temporal con el cuartel militar de Prakva hasta el día que ataquemos la fortaleza —sus ojos me recorrieron lentamente para luego enfocarse en la tableta que sujetaba en sus manos—. Si no tiene otra pregunta, debo encargarme de otras preparaciones. Que disfrute de su estadía en Prakva.

Disimuló una sonrisa con los labios antes de dirigirse hacia el pasillo. Observé como meneaba las caderas al tiempo que hacía un ruido escandaloso con los tacones de aguja sobre el suelo de piedra.

Decidí adentrarme en la habitación y seguí admirando cada detalle como si estuviera en algún tipo de sueño donde vivía como una rica elitista. Si mi hermano estuviera aquí, se emocionaría tanto puesto que siempre había querido quedarse una noche en la Alta Torre.

Abrí el armario encontrándome con la ropa que Bianca había mencionado que debía de ponerme. Se trataban de unos pantalones azules bastante ajustados, un top blanco y una chamarra también azulada en conjunto. No era el tipo de ropa que normalmente me ponía, pero podía intentarlo solo por esta vez.

—Seguramente te resulta todo demasiado nuevo, ¿no? —murmuró una voz masculina a mis espaldas y me di la vuelta para encontrarme a Will en el umbral de mi puerta, se encontraba cruzado de brazos vistiendo los pantalones azulados y la chaqueta del cuartel militar—. La Alta Torre cumple todas comodidades de los soldados de la milicia, algo qué seguro no tendréis en la reserva de los rebeldes.

Ladrón de Humo| 2Where stories live. Discover now