Capítulo XVI: En fracciones de segundos

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Lucas:

Despertar en un cuarto de hospital, no es de las sensaciones más agradables de la historia, sobretodo cuando tienes un suero saliéndote del brazo y un montón de pastillas en la silla a tu lado. El dolor de cabeza me mataba y aunque aún me sentía débil, mi primer impulso fue buscar mi celular.

¿Quién me había traído aquí?

Con la mano libre, revisé sobre mi cuerpo en su búsqueda y, aunque no se encontraba allí. El ser sesudo que me había llevado al hospital, dejó el teléfono en la mesita junto a mi camilla. Revisé las llamadas perdidas y encontrarme con unas 15 aproximadamente de mi padre, me hizo devolver el móvil a su posición inicial.

Ahora no puedo soportarte, Jesson.

- ¿Te he despertado? -habló un médico junto a la puerta, que me atrevería a decir, tenía unos 60 años.

-No, ya estaba despierto -hice el intento por acomodarme sobre el colchón-, pase.

El hombre se adentró con cuidado en la habitación vacía, a la par que revisaba el diagnóstico, en la cabecera de la cama. Le vi hacer algunas muecas con el rostro y, aunque cada expresión me inquietaba más, su sonrisa final me tranquilizó bastante.

-Bueno, al parecer no fue tan grave esta vez -se acercó para examinarme.

- ¿Y, por qué me desmayé? -pregunté mientras revisaba mis pulmones.

-Según mi convenio con su psicóloga cuando se encontraba camino acá, usted está atravesando por un proceso de sumo estrés, eso acompañado con el desarrollo de un proceso viral y la falta de alimentación, provocaron el desmayo.

Dios, me estaba volviendo un flojo.

-Pero si yo estoy comiendo -me quejé.

-Lucas -comenzó a decir-, ¿puedo llamarte Lucas?, he escuchado que los jóvenes prefieren el nombre antes que su apellido.

-Por mí está bien Lucas.

-Bueno, Lucas, lo que decía, es que debido a tu poca habilidad para crear células que combatan los procesos virales que se desarrollan en tu organismo, cuando te hablo de ¨comida¨, no me refiero a alimentos como tal, sino a los complejos vitamínicos que te receté la primera vez que estuviste aquí.

Uy, me ha pillado con las manos en la masa.

-Quizá se me ha pasado un poquito -me excusé, pero su cara de reproche era demasiado obvia.

-La joven que le trajo se preocupó muchísimo, así que cuídese un poquito más, hay personas que le quieren.

¿Joven?, mierda, esa fue Josslyn.

- ¿Sabes dónde está ella? -pregunté y él negó con la cabeza.

-En cuanto el suero termine puede ir a casa, pero recuerde mantener cuidado -señaló-, voy a hacerle algunos chequeos, queremos tener un diagrama mejor de su condición.

-Gracias -intenté sonreírle y el señor repitió el gesto antes de irse.

Bien, al menos ya sabía, que no había llegado al hospital por arte del destino. Ahora la cosa era mantener a Josslyn lo más al margen posible de mi situación. Que ella desarrollara sentimientos de lástima por mí, solo dificultaría más las cosas de lo que ya se encontraban.

La puerta se abrió y cuando la vi entrar cerré los ojos de inmediato. Se le oía hablar por el celular, que gracias a nuestro primer encuentro, cargaba con una bonita raya en la pantalla.

AzulWhere stories live. Discover now