Capítulo XX: La sombra de sus palabras

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Josslyn:

Un calor insoportable cubrió mi rostro y ya comenzaba a sentir las gotas de sudor, correr a lo largo de mi piel. Me moví de un lado a otro sobre la cama, buscando refrescar mi cuerpo, pero era imposible. Así que no quedaba más, me tocaba despertarme.

Abrí los ojos y no voy a mentir, me costó un poco ubicarme. Arrastré los pies descalzos por el borde de la cama, en busca de mis tenis y salí hasta la pequeña salita, con ellos en la mano. Una vez allí, a mi cuerpo lo invadió un aroma esquicito a pan recién horneado.

Pasar hambre anoche te dejó mal.

Eso es pan, tiene que ser pan.

Me acerqué al arco que dividía la sala de la cocina y me encontré a Lucas, haciendo malabares con el sartén, intentando voltear una tortilla. Recosté mi espalda a la pared, mientras le observaba la faceta de chef. Llevaba unos pantalones ceñidos y ya estaba sin camisa, pues, la sudadera la tenía doblada sobre el lomo de la silla.

—Lucas, coge un tenedor al menos —dejé salir. al ver que él no lograba virar aquella tortilla e iba a terminar por quemarla.

—Ya casi lo logro.

—Que está pegada —lo quité del medio y agarré el sartén para hacer el trabajo—. ¿Le echaste sal? —inquirí una vez dejé el alimento en un plato.

—Claro, tan tonto no soy —se encogió de hombros.

— ¿Seguro? —volví  preguntar, no muy segura de su respuesta.

—Bueno tal vez se me haya pasado un poquito ponerle sal, pero es por la salud, hay que comer saludable.

—Ay no, es muy temprano para eso —le puse la mano en la boca y me encaminé a la mesa para devorar el desayuno, porque me moría de hambre.

— ¿Y mis buenos días?

—Buenos días —hice un corazón con la mano y seguí comiendo.

—Luces bonita recién levantada —su mirada sobre mi rostro, me encendió las mejillas.

—Luces hermoso después de alimentarme.

—Claro la comida mueve al mundo —habló tomando un sorbo del jugo.

—Por cierto, gracias por traerme aquí ayer, de verdad necesitaba hablar con alguien, bueno, hablar contigo. Tú me has mostrado tu vida con transparencia y yo seguía ocultando cosas, no era justo.

—Josslyn, no creas que ya toda mi vida la conoces.

—Todo lo que me interesaba saber, ya lo sé, el resto, es para cuando estés listo.

—Ojalá poder hacer de este momento infinito.

—No hay momentos infinitos, pero si hay recuerdos que duran para toda la vida y yo estoy feliz de que tú seas uno de mis recuerdos.

—Ich will dich nicht verlieren —mustió casi inaudible.

— ¿Qué?

—Come, Azul que se nos hace tarde —me revolvió un poco el cabello para centrarse en su comida.

—Adoro cuando me llamas así.

—Y y amo hacerlo.

Una vez desayunamos, Lucas recibió una llamada del padre, que le pedía buscar unos documentos allí. Así que tuvimos que quedarnos y echar abajo la enorme estantería de la cabaña, hasta encontrar los dichosos papeles.

La persona que habitaba en aquella casa, tenía libro de todas las cosas, desde filosofía hasta infantiles. Una colección maravillosa y en perfectas condiciones, cosa que me impresionó bastante.

AzulWhere stories live. Discover now