Capítulo I: Antes de New York

126 28 95
                                    

Josslyn:

Eran pasadas las dos de la madrugada y me encontraba en mi habitación, releyendo un libro viejo, que guardaba en mi estantería, de esos que tienen las páginas amarillas, manchadas por el tiempo. Aquel ejemplar no tenía nada que ver con una de las novelas que amaba leer, era un clásico, y yo odiaba los clásicos. Pero ese tenía algo, algo que me impidió despegarme durante casi tres horas seguidas.

Mi concentración era tal, que el simple hecho de que mi madre encendiese la luz me sobresaltó. Mis ojos reaccionaron ante el cambio de iluminación y mis oídos, bueno, esos murieron cuando los atacó el chillido de mi mamá parada junto a mí.

— ¡Josslyn! —sonó su voz estridente—. ¿Qué haces despierta a esta hora?
—dijo con una ceja encarnada y los brazos cruzados sobre su voluminoso pecho.

—Mamá —agarré la almohada y tapé mi rostro con ella—, apaga la luz, por favor.

—Pero te duermes ya —sentenció y bajó el interruptor sonoramente—, Joss -suavizó su voz y se acercó a la cabecera de la cama—. Mañana hay algo importante que debemos contarte.

— ¿Debemos? —inquirí dudosa—. ¿Tú y quién más? —hablé mientras me acomodaba entre las sábanas suaves y recostaba mi cabeza contra los almohadones.

—Yo y tu padre —dejó salir un suspiro y me besó en la frente, ellos por más que creciera igual me seguían tratando como una niña, para ser sincera, lo adoraba, a veces.

— ¿Sobre qué quieren hablar?

—Mañana sabrás, ahora procura dormir —sonrió y comenzó a caminar hasta detenerse en el umbral de la puerta, mantuvo sus ojos fijos en mí durante un rato y en el momento en que pretendía darse la vuelta e irse, mi voz le detuvo.

—Buenas noches, mamá —dije y esbozó una sonrisa.

—Buenas noches, mi niña —respondió y salió de mi cuarto cerrando la puerta tras de ella.

A pesar de haberme quedado dormida con rapidez, mi noche fue algo inquieta. No lograba dormir por más de tres horas seguidas, y la curiosidad de saber, qué era lo que mis padres hablarían conmigo, no contribuía a mi descanso.

Por otra parte, llevaba unos días demasiado tensa, puesto que estaba atravesando por un intenso período de exámenes, que significaría el fin de mi curso, antes de entrar en la universidad. Parecía sencillo desde lejos, pero estudiar durante horas seguidas una materia que no te gusta, puede resultar incluso agobiante. Igual, les había comentado a mis padres la idea de tomarme un año sabático, y sus respuestas fueron algo inestables, por lo que todavía no fantaseaba con ello.

Mi alarma sonó a las 6:30 am y se apagó gracias al sublime manotazo que le di. Me senté en la cama con los ojos cerrados, pues, me encontraba en medio de la relación tóxica que existía entre mi cama y mis responsabilidades. Me quedé así por un rato más, hasta que por fin conseguí abrir los ojos y ponerme de pie.

Una vez levantada como Dios manda, me dirigí al cuarto de baño para tomar una ducha antes de enfrentarme al horno que suponía la calle. Y como nos estábamos acercando a los meses de Julio y Agosto, las temperaturas eran bastante elevadas.

Aun con la toalla enroscada en la cabeza, me senté frente a al pequeño tocador, ubicado frente a la cama, para desenredar mi cabello húmedo.

AzulWhere stories live. Discover now