Capítulo 24

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24 | Oídos cerca, boca abierta, ojos alerta

❝ 𝐲𝐨𝐮 𝐚𝐜𝐭 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐚 𝐜𝐚𝐭, 𝐛𝐮𝐭 𝐲𝐨𝐮
𝐬𝐦𝐞𝐥𝐥 𝐥𝐢𝐤𝐞 𝐚 𝐫𝐚𝐭.❞

C. L NISS

Levi tenía los ojos brillando de la emoción al admirar la fiesta organizada por la universidad. Si bien no era su primera vez en un evento formal, las decoraciones de esta le habían llenado el pecho de una sensación de confort extraño. La misma que sintió al entrar en la casa de los Yevstigneyev.

Levi había crecido en una familia humilde en Manchester, cuya madre trabajaba de profesora y cuyo padre estaba de baja permanente por una lesión en la rodilla. A temprana edad tuvo que desvelarse para trabajar y ayudar a su familia, y así poder continuar con sus estudios.

Un mundo en donde la vestimenta misma costaba lo mismo que un viaje al extranjero nunca le dejaría de sorprender. Si no fuera por su trabajo actual, jamás habría experimentado todos esos lujos.

—Bien, pues me avisáis a la mínima, ¿de acuerdo? —Elliot finalizó la llamada y miró a su compañero—. Nuestro equipo ya está en sus posiciones.

—Estupendo —Levi aclaró su garganta—. Voy a saludar al director.

—Yo voy a comer. Estaré cerca.

—Yo también.

Elliot caminó entre el cúmulo de gente, con los brazos cruzados y una sonrisa de oreja a oreja. Se acercó a una de las mesas e inclinó su cuerpo para analizar los alimentos. Cogió un sándwich que tenía aspecto de ser vegetariano y le dio un mordisco sintiendo la frescura en ella. Cuando se giró, unas presencias le llamaron la atención.

Los hermanos Yevstigneyev caminaban uno junto a otro, con elegancia y decoro. Lev, con su traje completamente oscuro y unas botas que portaban un tacón ligero; arreglaba el cabello suelto de su hermana con gentileza mientras esta mordía un trozo de bizcocho. Su vestido azul pastel se movía ligeramente por los lados de sus cuerpo con gracia.

Los ojos dulces de Lena interceptaron al detective de reojo para luego volver su atención a su hermano. Aquel gesto le causó curiosidad a Elliot, pues no sabía si le había mirado así por saber que era alguien especial en aquel evento o porque sintió su mirada sobre ella.

Minutos después, el gentío se calmó un poco al ver al director subir sobre el escenario que había en el punto central de la sala. Sus pisadas sobre el suelo hueco de madera cubierto de una alfombra blanca eran lentas y firmes. Tocó el micrófono para recibir completamente la atención del público y abrió la boca para hablar.

Para Matt, aquellos minutos le causaron somnolencia. Sus ojos parpadeaban con lentitud, y sus extremidades se sintieron débiles. Abrió los ojos de golpe —para no caer en el sueño que su cuerpo tanto ansiaba— en cuanto escuchó al director pronunciar el nombre de Max. Le vio hablar apenado sobre el joven muerto, y en cómo deseaba que se encontrase al responsable.

«Tú y todos. En realidad, a este punto creo que el asesino es el tipo más popular de todo el distrito», pensó antes de bostezar.

En cuanto terminó con su discurso, la fiesta continuó con energía. El bullicio apareció de nuevo, las risas, la gente acechó las mesas de aperitivos con ansias y los grupos de amigos iban de un lado a otro divirtiéndose como los jóvenes que eran.

Matt no se encontraba de humor. Tenía el ceño fruncido y los labios sellados en una fina línea, deseando que todo terminase cuanto antes. En su vista apareció uno de los detectives, que reconoció de aquella vez que miró desde su ventana la casa de los Denovan. Era Elliot. Sonriendo con carisma mientras hablaba con el director mismo. Matt se giró sobre sus pies buscando con la mirada a sus amigos, encontrándose perdido al instante. ¿Cuándo se habían alejado? ¿Tan distanciado de su entorno estaba que no se había dado cuenta?

El caso de Max Denovan © 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora