Capítulo 28

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28 | Como gatos y perros, ¿no te parece emocionante?

"𝐀𝐧𝐲 𝐟𝐨𝐨𝐥 𝐜𝐚𝐧 𝐤𝐧𝐨𝐰. 𝐓𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐢𝐧𝐭 𝐢𝐬 𝐭𝐨 𝐮𝐧𝐝𝐞𝐫𝐬𝐭𝐚𝐧𝐝."

Albert Einstein.


—Se le encontró así, sentada cerca del cuerpo. Las manos y la ropa ensangrentadas. No ha dicho ni una sola palabra desde que la encontraron. La llamada al 911 fue corta según me han contado. Dijo que su padre estaba muerto y no respondió a ninguna pregunta más —explicó la policía, con las manos en la cadera.

—Muchas gracias, Jane —le contestó Levi con los brazos cruzados.

Rory estaba a su lado, observando todo el vecindario con interés y cierta inquietud en sus movimientos.

Elliot no dijo nada. Dio pasos hacia delante para poder ver el interior de la ambulancia, donde Mackenzie yacía, siendo escoltada por dos agentes mientras una mujer le limpiaba las manos. Sus ojos cruzaron con los suyos. Ella se veía vacía, con la mirada fría y perdida, y los labios dibujados en una línea de silencio absoluto.

El detective apretó los dientes. Poco después se encaminó hacia la casa. La puerta estaba abierta y los criminalistas se encontraban por todas partes. Los vecinos habían salido de sus casas para cotillear, en puro shock de lo sucedido.

—No tienes por qué estar aquí a estas horas, Rory —le dijo al cruzar la puerta.

Había notado como lo seguía desde el primer instante, ya que era su alumno y era común que estos estuvieran pegados a sus mentores.

Pero a veces se volvía pesado para él tener un niño cogido de la mano a todas horas.

—Quiero verlo —pidió, con cierto vacilo.

—Estoy seguro de que en todos tus meses de prácticas habrás visto más de una escena de crimen.

—Ya. Pero cada escena es única.

El pasillo de la entrada estaba tan limpia y ordenada que daría la impresión de que nada hubiera ocurrido metros más adelante. Lo gracioso era que al mirar al suelo, todo cambiaba, porque varias pisadas de sangre cubrían su superficie. Las huellas de Mackenzie Campbell, que portaban aire de ignorancia e inocencia.

Al llegar al salón, era aún más perturbador lo que habían percibido sus ojos y narices. El olor a sangre abundaba y Rory se tuvo que agarrar el lado de su abdomen para aguantarlo. Elliot tragó saliva arrugando la nariz y caminó de lado para no molestar a los que se encargaban de hacer imágenes a distintas pistas. Debajo de sus pies estaba Scott Campbell, un hombre regordete con el cabello castaño oscuro revuelto y su piel canela manchada de rojo carmesí. Su camisa blanca estaba rosada, robando toda pureza en ella.

Su cuerpo estaba boca arriba, con los brazos estirados en cada lado, sus ojos estaban abiertos de par en par, su poca barba mojada con saliva y sangre. Había varias huellas de una mano pequeña en su camisa, en los lados de sus brazos y en el abdomen. Dedujo que su hija le movió.

Su cuello era el origen de todo aquel desastre. Un corte que de milagro era visible entre toda la sangre.

Esa mirada tan intensa, con la cabeza girada en su dirección, le puso los vellos en punta. Elliot no sonrió. No bromeó. No lo tomó a la ligera como hizo en otras ocasiones, creando esa barrera que solo lo entendía él.

Esta vez no. Porque era otra víctima que no vio venir.

El procedimiento en este tipo de casos era comenzar en la búsqueda de testigos sobre cualquier detalle. Levi preguntaba por un lado, Rory y Elliot por otro. Cada persona daba respuestas distintas que ayudaban a armar un puzzle concreto.

El caso de Max Denovan © 2020Donde viven las historias. Descúbrelo ahora