33 | No vamos a cocinar a Kevin Spacey.

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—Me ha dicho Óscar que no sabe si mañana podrá venir

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—Me ha dicho Óscar que no sabe si mañana podrá venir.

Ve a Álex entrar en la habitación a grandes zancadas con el móvil en la mano, ignorando que Lucas seguía medio dormido hasta hace tres segundos. Cuando él repara en su mirada de cachorro recién despertado, se disculpa con las manos, aunque vuelve a repetirle las noticias como si anunciara un apocalipsis inminente que está muy por encima del sueño reparador en la escala de prioridades.

—Álex, cielo, las ocho de la mañana —gruñe, y procede a estirar los brazos. A decir verdad, ni siquiera le ha visto deshacer el abrazo en el que han dormido y salir de la habitación, así que debía de estar más cansado de lo que pensaba. Ahora que Álex le ha despertado y ve que está lejos de él, trata de centrar su atención en lo que le está diciendo—. ¿Cuál es la emergencia?

Bosteza antes de que Álex pueda responder. Anoche se acostaron tarde, después de que convirtieran Crazy, Stupid, Love en un maratón de comedias románticas donde apareciera Emma Stone. Y fue una decisión consciente: mañana tienen la gran comida de despedida a la cuarentena, por lo que técnicamente hoy va a ser el último día que tengan de los catorce para ellos solos.

Se le hace tan inverosímil pensar que sólo han pasado dos semanas desde que entró por la puerta de esa casa. Nunca había creído a la gente que dice que una conexión con un desconocido puede ser suficiente para sentir que le conoces de toda la vida. Siempre ha pensado que eso sólo pasa en los libros, que no es más que una hipérbole de Jane Austen. Y resulta que estaba equivocado.

Se está acostumbrando a la sensación agridulce de que le rompan los esquemas todo el rato. Por una parte, le impresiona la facilidad con la que Álex cuestiona cada uno de los pilares a los que se ha aferrado siempre, porque siente que se queda sin barandillas a las que agarrarse. Pero, por otra, tiene claro que si alguien le tiene que obligar a replantearse todo, no escogería a otra persona.

Álex tiene algo único, algo que no pensaba que podía existir y que provoca que, cada vez que le baja las defensas, resurja con una seguridad incluso mayor. Quizá si hubiera sabido antes que eso era posible no habría sido tan cínico. Quizá se habría abierto antes a otras personas. Sin embargo, no le importa. Por una vez no está preocupado de estar «llegando tarde a la fiesta». Porque Álex le ha ayudado en días a desechar lo que llevaba acumulando años.

En esos momentos, observa a Álex parado ahí, bajo la puerta, con el teléfono entre sus dedos y una mirada preocupada. ¿Y qué si mañana no se pueden conocer Alicia y Óscar? Ya tendrán su historia de amor. Egoísta o no, por muy divertido que hubiese sido la cita doble, quiere aferrarse al tiempo que les queda juntos en el apartamento. Porque ese es el único temor que no ha sido capaz de eliminar: ¿qué pasará ahí fuera cuando cada uno retome su vida?

Han estado viviendo una vida prácticamente conjunta, aislada de todo lo demás. Tiene miedo de que esa burbuja reviente cuando por fin puedan salir a la calle, cuando conozcan a más gente en fiestas y en la universidad, cuando sus horarios se vuelvan a llenar de quedadas, cenas con amigos y demás contratiempos. Allí dentro sólo existen ellos dos; fuera, todo será más complicado.

14 díasWhere stories live. Discover now