26. Family

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MAINE

Playlist: Etta James-At Last

《●》

Ah, por mi tatarabuelo, los nervios me están comiendo viva.

Una vez frente a la casa de los Bianchi me arrepentí de aceptar la invitación. Tengo miedo, los nervios me trepan por la espalda, quiero escapar y encerrarme en mi habitación para siempre. Edmund no podrá atraparme si lo hago. La idea se cocinaba en mi mente con la forma de un rico filete hasta que su voz me corta el rollo.

-¡Maine!-me regaña.

Sobresaltada, lo miro.

-¿Qué, qué?

-¡No te saques los mocos!-aparta mi dedo de un manotazo.

-¡Pero sentía un moco atravesado!

-Si mi madre te ve haciendo eso, mínimo le da un infarto.

-No lo haré delante de tu madre, estúpido.

-Tú eres la estúpida. Entremos-toma mi mano, pero entierro los pies en la tierra para que no pueda moverme-¿Ahora qué?-añade Edmund con el fastidio saliendo hasta por sus poros.

-¡Te falta paciencia!-reclamo-¿Seguro que me veo bien?-doy vueltas como un trompo para que evalúe mi oufist.

-Bonito culo.

-¡Edmund!

-Te ves bien, Maine, incluso combinando un vestido con unas chanclas te verías hermosa-me sujeta la cara y huele mi pelo-. Vaya, hasta te lavaste el cabello.

-Me lavé hasta el alma-digo-. También traje galletas para tu papá. Dijiste que ama las de chocolate

-¿Cocinaste galletas para mi papá?

-Chico Listo, no conozco ni la ciencia de hacer un simple waffle, ¿Cómo crees que podría hornear galletas?

-Mi padre odia toda galleta que no sea casera. Las disfruta más si sabe quién las preparó.

Me puse toda blanca.

-Oh, Dios mío, ni siquiera he entrado y ya metí la pata, ¡Llévame a casa!

-Quieta-me sujeta cuando intento escapar-. Por cierto, ¿Qué es eso en tu frente?

Mis ojos se salen y ruedan por el piso. Rápidamente saco un mini espejo de la cartera y compruebo el problema...
No tenía nada. Edmund se ríe a todo pulmón. Es un puto niño.

-¡No estés jugando! Cuando salgamos de esta te voy a...¡Hola!

La señora Bianchi, seguro escuchando el bullicio que teníamos armado, abre la puerta con una gran sonrisa.

-¡Hola, Maine! ¡Eddie! Pasen, pasen.

Me adentro en la casa de Edmund con la timidez a mil. La decoración en general es increíble, como de revista. Las paredes blancas deslumbran el techo de madera fina, el piano en la esquina es tan de película, y las macetas con todo tipo de plantas regadas por aquí y por allá le daba un toque muy hogareño, reconfortante y veraniego al interior. Caminamos directo al comedor, que conectaba con la cocina, y allí en la mesa me encontré con Emma, a su lado el señor Bianchi leía un libro sobre criaturas marinas.

La señora Bianchi es alta como una modelo, su cabello es castaño claro, las facciones modestas y elegantes de su rostro combinaban con su vestido turquesa. Emma vestía una braga tan verde como sus ojos, dejando a la vista algunos de los tatuajes que pintaban sus brazos. El señor Bianchi usaba lentes, olía a perfume caro y vestía una camisa que gritaba a los cuatro vientos que era un hombre con un puesto de alto rango en su trabajo. Por último Edmund, que llevaba el cabello negro despeinado debido a mí mano salvaje, un suéter rojo bastante holgado y unos jeans negros que sostenían sus baquetas en el bolsillo trasero.

Más allá de este mundo (Libro I)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt