II

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Según la información que le había proporcionado Angie sobre su encuentro, estaba cumpliendo seis semanas desde que llegó a la casa de Donna, a quien por cierto no había "visto" hace días y de alguna forma extrañaba el suave murmullo de su voz.

Había desayunado con Angie en la cocina, después fue guiada a su habitación de nuevo y le fue dado un aviso.

—¿No puedo b-bajar?—Preguntaba Jean mientras se sentaba en su cama, mientras su cabeza se ladeaba un poco pues le causaba curiosidad.

—Así es, no puedes bajar, Donna tendrá visitas molestas por trabajo—Comentaba Angie mirando a la chica a quien empezaba a tomarle cierto aprecio—Yo no podre estar contigo, tengo que estar ahí para ayudar a Donna

La chica solo asintió y dijo un escueto "Está bien"

Estaba caminando por su habitación cuando escuchó la apertura de la puerta principal, los invitados habían llegado, mientras ella empezaba a aburrirse, sin nada más que hacer se acostó en su cama para dormir.

Mientras en la sala se encontraba Donna junto con Angie recibiendo a Lady Dimitrescu y a sus hijas, quienes iban para que se les confeccionará ropa nueva pues el invierno estaba cerca y necesitaban ropa más abrigadora.

—Donna querida veo que todo está igual que la última vez—Comentaba Alcina— Acogedor como siempre—Donna dio un asentimiento hacia ella como un "gracias" por lo que creía era quizá un cumplido.

—Bueno, bueno, no tenemos todo el día así que ustedes tres—Dijo una energética Angie mientras señalaba a las hijas de Alcina—Vengan acá para que les tome sus medidas

Y así fue como pasaron gran parte del día, tomando medidas y diseñando según sus gustos algunas prendas, había hecho una pausa para tomar el té, si no fuera por la chicas y Angie seguramente todo hubiese sido muy silencioso, pues ella pocas veces hablaba.

Donna no se sentía tan cómoda, pero no era tan malo, después de todo eran su "familia", algo que madre Miranda le había otorgado al adoptarla, pero entonces ¿Por qué no se sentía feliz?

Sin que nadie lo notara una silenciosa chica bajaba los escalones con sumo cuidado, había memorizado su camino habitual a la cocina, escuchaba hablar a los invitados, tenía que ser muy silenciosa para que no la notaran.

Y estuvo a punto de cumplir su misión de llegar a la cocina sin ser vista. Si no hubiera sido por la hija del medio, Cassandra Dimitrescu quien había captado un aroma diferente a cualquier cosa en esa casa.

Sin esperarlo Jean sintió como la tomaban por detrás juntando sus brazos para que no se pudiese soltar,  un jadeo de dolor había salido de ella por la fuerza aplicada sobre sus magullados brazos, todo su cuerpo estaba tenso y le desagradaba la sensación como si su cuerpo recordara algo malo de esto.

—Oh pero que tenemos aquí, pensaba que eras buena para evitar a los intrusos Beneviento—Soltó con burla mientras caminaba hacia ellos con la chica por delante, quien trataba de forcejear.

Donna sintió como cada músculo de su cuerpo se tensaba y algo de enojo brotó al ver cómo traían a la chica que mantenía bajo su cuidado.

—Y-yo no soy intruso—Soltó con dificultad Jean tratando aun de zafarse arañándose en el intento con las uñas de Cassandra, ella podía sentir algún par de miradas sobre ella, seguramente Donna estaría enojada con ella.

Alguien más se había acercado a ella a pasos muy rápidos.

—¡Ohh que bien huele!—Escuchó decir a otra chica y mentiría si dijera que no tenía miedo, intentó con aún más fuerza logrando liberar por fin sus brazos causando la molestia de Cassandra pues la chica era más fuerte de lo que pensaba, estuvo a punto de tomarla de nuevo.

FissuresWhere stories live. Discover now