IV

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—Entonces ¿Cuánto llevas viviendo con Beneviento? ¿Qué cosas te gustan hacer?—Aquella rubia se encontraba haciéndole preguntas a Jean para tratar de conocerla mejor

—Bueno ya casi dos meses y en realidad... No lo sé—Las tres chicas tenían una expresión de confusión ¿Cómo alguien no sabe qué cosas le gustan? Jean había presentido esto debido al silencio, así que procedió a explicar— Tuve un accidente hace poco, no recuerdo mucho de antes pero quizá lo que me gusta hacer ahora es jugar con Angie

—¿Por eso no puedes ver?—Una indiscreta Bela se había unido a la ronda de preguntas.

—Parece que sí—Contestó Jean con tranquilidad mientras tomaba otra galleta.

—¿Cómo es vivir con Beneviento? Seguramente es muy aburrido—Daniela pensaba que vivir con alguien que casi no interactuaba con los demás debía ser horrible.

—Emm en realidad me agrada, es verdad que no hablamos tanto pero ella es muy agradable—Angie escuchaba de lejos y el oír a Jean decir esto solamente la alentó más a darle una oportunidad—Me agrada mucho Donna

Las cuatro chicas llevaban un buen rato hablando, a veces reían por algún comentario, pero la tranquilidad se vio afectada de un momento a otro.

—¡No lo puedo creer ¿Enserio ahora?!—Alcina estaba molesta, una de sus sirvientas había venido a dejarle una carta que recién llegaba, en ella se anunciaba una reunión de los jerarcas.

—¿Qué sucede madre?—Bela se había preocupado ante el tono de su madre, Donna parecía preocupada y Angie examinaba el ambiente.

—Madre Miranda ha convocado a una reunión en una hora—Contestó amargamente Alcina, que le arruinaran sus planes era algo que le enojaba bastante.




Donna se estaba despidiendo de Jean, no quedaba de otra tenía que dejarla o llevarla y no quería que madre Miranda pusiera sus ojos en ella.

—¿Estarás bien?—La suavidad de su voz se veía perturbada por su preocupación pues se quedaría con las chicas Dimitrescu.

—Estaré bien Donna, cuando regreses estaré aquí en una sola pieza ¿De acuerdo?—Jean le regaló una sonrisa tranquilizadora y atrevidamente tomó la mano de Beneviento apretándola.

—De acuerdo—Regresó el pequeño apretón y dentro de su velo se podía distinguir una sonrisa.

—Muy bien niña no causes problemas, volveremos pronto—Angie llegaba hacía ellas después de darles una advertencia a las tres jovencitas




Las jerarcas se habían ido, las cuatro chicas se encontraban aún a lado de la chimenea, tres de ellas se daban miradas maliciosas.

—Bueno, estamos solas...—Daniela tenía mucha intriga acerca de una cosa al igual que sus hermanas, a Jean se le pusieron los pelos de punta al sentirse tan observada—Entonces dinos Jean ¿Cómo lograste que Beneviento no te matara?

¿Matar? Aquella palabra tan marcada que su mente tenía extrañamente grabada.

—Yo no entiendo ¿Por que Donna me m-mataría?—Jean sentía una ligera presión en su pecho y una punzada pasó por su sien, aquellas chicas la voltearon a mirar desconcertadas.

—Es una jerarca ¿Acaso no lo sabes, ellos...—La boca de Daniela fue tapada por Cassandra, si la chica no sabía nada era quizá porque Beneviento lo quería así y ella no pensaba meter la pata una vez más.

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