Capítulo 7

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Los días pasaron con total normalidad para Yuuji, quien ahora se encontraba feliz en esta nueva etapa de su vida. Haciendo un poco de retrospectiva, desde que su pareja lo abandonó, no había vuelto a sentir este remolino de emociones positivas que arraigaban su alma y contentaban su corazón. Desde Satoru, sus días se convirtieron en una rutina monótona, donde se cuestionaba cada segundo sobre su vida y sus decisiones. Hasta cierto punto, se arrepentía de hacerse cargo de su embarazo, de haber desobedecido a su padre y, sobre todo, de enamorarse del Alfa. 

En su mente solo podían existir estos pensamientos, arrepentimiento, dolor, despecho y culpa. No obstante, observando la actualidad se dio cuenta que, en realidad, era el menos culpable en esta situación. De hecho, consideraba, que nadie era el culpable de nada; cada persona asume sus actos según su criterio, y eso está bien, pero quizás, su error fue asumir los actos de otras personas. Con esto en mente, no tenía porqué seguirse atormentando, no existía razón alguna para ver hacia el pasado, sino por el contrario, debía de concentrarse en el presente.

Tenia toda una vida por delante, rodeado de las personas a las que consideraba familia, pues ellos fueron quienes de verdad asumieron ese cargo, cumpliendo su promesa de estar a su lado siempre. Sabía bien que Megumi, Ryomen y Nobara jamás lo dejarían solo, compartían un pacto sanguíneo que los mantendría unidos por siempre, en sus corazones.

Eran una manada, una fraternidad leal, donde la regla de Alfa y Omega no aplicaba.

Era un torbellino de emociones recordando esa promesa, sus lindos momentos de niñez y sus traumas, a los que llamaba sus demonios. Ese peso de conciencia que siempre estaría muy adentro de su alma, por rememorar la forma tan atroz en la que su padre los culpaba por la muerte de su madre, Kaori. Ellos jamás la conocieron, pues murió en el parto, pero siempre estuvo presente en sus corazones, ayudándoles, aconsejándoles y guiándolos cuando más la necesitaron, aunque fueran conscientes que solo era producto de su imaginación. 

Siendo niños pequeños, sufrieron mucho la ausencia de su madre, pero no estaban desamparados. Su padre, a pesar de todo, estuvo a su lado, durante su época de crecimiento, su abuelo los consentía cada que los visitaba, y contaban con la compañía de los Fushiguro. Eran niños rodeados de amor, estabilidad y refugio, no podían anhelar nada mas. O eso creyeron hasta que, al cumplir 11 años, su padre comenzó a arruinar su vida, convirtiéndose en un alcohólico, perdido en el recuerdo de su matrimonio feliz, sin sus hijos.

«¿Qué pasaba por su cabeza en ese entonces?»

Ni siquiera ellos lo sabían, pero les dolía terrible la forma en como se expresaba, como los golpeaba. Alegando que la llegada de los gemelos desboronó su vida entera. Desde esa edad iniciaron a proyectarse la vida que les esperaba en el futuro, sin embargo, el señor Fushiguro los adoptó durante dos años hasta que Jin, cambio su comportamiento.

Por momentos.

Quizás, por eso desarrollaron una especie de trauma de apego. Yuuji dependió totalmente de Satoru, emocional y económicamente, razón por la cual también su ruptura lo destrozo, creía no poder vivir sin él, y su angustia lo estaba carcomiendo vivo. Pero, por otra parte, Ryomen parecía no tener la condición, pues, desde lo que paso con su padre se volvió muy independiente y desconfiable.

Ambos tuvieron una infancia algo difícil, pero no fue nada que no pudieran superar. Eso mismo pasaba ahora, Yorou tendría una vida feliz junto a él y a su familia, sin importar la ausencia de su padre. 

Porque, pensándolo bien, era mejor que no tuviera padre, a tener uno que le estuviera causando daño. Su hijo no tenia porque soportar eso, solo por ser su progenitor.

Ese pequeño se había convertido en su todo, no podía si quiera pensar en que seria de él sin el niño. Y, aunque a veces era duro, la  tolerancia y el trato respetuoso hacia su hijo lo permitiría ser feliz.

Y si Yorou era feliz, él lo era.

Se preguntaba a si mismo, a donde se lo llevaría su hermano y Megumi, pues hace una hora que salieron juntos y no regresaban. Decidió bajar de la habitación hacia la cocina para preparar algo para comer, aun no se acostumbraba a la rutina de bajar las escaleras de aquella gran mansión, por lo que se cansaba mucho. Desde que salió del hospital se ha estado hospedando en la residencia de los Fushiguro bajo pedido de ellos, por mientras encontraba un hogar. Había decidido dejar el departamento donde vivía antes, necesitaba dejar todo lo que le doliera en el pasado. Estaba dando un buen comienzo, y se enorgullecía de ello.

Miró a su alrededor y notó que estaba solo, se escabullo hacia donde estaban las bocinas en la sala y puso su playlist de música favorita mientras hacia algo de quehacer.

« Suavemente, bésame que quiero sentir tus labios...besándome otra vez »

Bailaba al ritmo de la canción, simulando estar en ella. Así poco a poco, fueron pasando las horas y las canciones no dejaban de reproducirse, para ese entonces, había terminado de limpiar la mayor parte de la residencia. Estaba en su mundo, ahí, nada ni nadie lo podía detener, excepto el sonido de llamada de su móvil, cortando la música.  

Revisó el contacto y contestó de inmediato.

— ¿Ocurrió algo, Megumi? - preguntó temeroso

— Por supuesto que no - contestó tranquilo el Alfa - Ryomen quiere invitarte a comer, estamos frente al restaurante, te esperaremos para entrar. Apresúrate, te daré 30 minutos - colgó

— ¡Oye, espera, pero no mencionaste!... maldición - dijo al darse cuenta que el chico cortó la llamada - ¿Ahora como sabré donde es?

Al instante, recibió un mensaje del azabache indicando la ubicación del local. Alertando a Yuuji para irse a preparar. Fue a escoger una muda de ropa y se dirigió al baño rápido. Minutos después, estaba listo para salir y buscar un taxi que lo llevara hasta el lugar donde lo esperaban.

El restaurante se llamaba Amaterasu, daba buena pinta y al parecer era un nuevo local. 

⭐⭐⭐⭐⭐

— ¿De verdad es buen local? ¿O solo te guías porque es tu amigo? - se quejaba el albino - Sabes que no me gusta probar comida de cualquier lugar a menos que tenga grandes referencias

— Estuviste comiendo en puesto de comida de la calle por mucho tiempo, mejor cállate, ¿Si? - suspiro - Miguel es un buen conocido mío. El es un chef profesional, y después de tanto cuestionárselo, por fin cumplió su sueño. Ya que estamos en la ciudad, quiero ir a visitarlo. Además, Shoko nos lo recomendó también

El Beta manejó hasta llegar al local, se detuvo en la entrada del restaurante y bajó al Alfa.

— Buscaré un lugar vacío donde estacionarme, quédate aquí y espérame

Satoru obedeció al pie de la letra las indicaciones de Suguru. Se quedó parado en la banqueta del local, revisando su celular por aburrimiento. En uno que otro momento observaba a sus alrededores deleitándose con la hermosa vista del ocaso, anunciando su ultimo rayo de luz. Era realmente hermoso.

Podía seguir viendo la ida del sol por lo que restaba de la hora, sin embargo, su atención fue completamente atraída por un taxi que acababa de llegar al lugar. Por alguna razón, su lobo comenzaba a inquietarse y a salivar de más. A paso lento, intentó acercarse para saber que era lo que lo atraía al auto, sin dejar de olfatear. No obstante, se detuvo en seco al ver como se abría la puerta del coche.

Sus fosas nasales se expandieron en busca de más contacto con ese dulce aroma, que creyeron no volver a oler de nuevo. Sin embargo, ahí estaba frente a ellos, único y hermoso como siempre lo fue.

El Omega bajó del taxi, volteándose un momento para pagarle al taxista y cerrar la puerta del auto. Sin percatarse de la persona que estaba a pocos metros de él. Volteó feliz porque sabia que Megumi, su hermano y su hijo esperaban por él, sin duda, ese día se divertirían mucho.

O eso creyó.

Palideció y sudó frio al ver al Alfa sonriente, caminando hacia su dirección con los brazos abiertos, esperando por el.

— Satoru

— Yuuji, he vuelto

Baby Counterattack - Goyuu [Resubiendo]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang