13: ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤

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CAPITULO 13:   2/3
Las siguientes semanas las viví en una especie de calma tensa que amenazaba con desatar una tormenta en cualquier momento. Por un lado, la relación entre Peter y yo se volvió algo más cordial. Seguíamos con nuestras pequeñas disputas, aunque creo que ambos disfrutábamos de ellas. Pero además Peter me sorprendió en otras tantas ocasiones con detalles inesperados, que contradecían la idea de que lo que quiera que había pasado entre nosotros la noche de la fiesta motera se había diluido hasta desaparecer.

Una mañana después de salir de la ducha y vestirme, me dirigí a la cocina para preparar un café antes de ir a clase. Euge seguía durmiendo porque no tenía que ir a la facultad hasta segunda hora y de Peter no había ni rastro. No obstante, me encontré con un completo desayuno sobre la encimera. Había una bandeja con zumo de naranja, café recién hecho, un par de bollitos rellenos de chocolate (mis preferidos) y unas tostadas que todavía estaban calientes. A su lado descubrí un papel doblado por la mitad.

Como solés levantarte tarde y salís corriendo sin comer nada, he
pensado que hoy que tenes prácticas de Genética hasta tarde te vendría
bien algo más que un simple café.
P.

Un poco más abajo y en una caligrafía más apretada, como si lo hubiera añadido más tarde, había escrito: Eu, si sos vos la que lees esto: ¡aparta tus manos de los bollos! Son para L. Y sí, yo también te quiero, primita.

Mi vista fue de la nota a la bandeja de forma alternativa, mientras una sonrisa se extendía por mi cara. Una sonrisa tonta, una de esas que alcanzan las orejas y acaban con dolor de mandíbula cuando las sostienes durante mucho rato, que era exactamente lo que me estaba pasando a mí. Ese día empezaba con clases a las nueve de la mañana y no iba a abandonar la facultad hasta las ocho de la noche ya que, tal y como rezaba la nota de Peter, por la tarde cambiaba el aula por el laboratorio. El gesto me conmovió. No compartía esa asignatura con él, por lo que debía haber consultado mis horarios para estar al tanto de mi maratoniana jornada.

La realidad era que no sabía muy bien a qué atenerme. Había días en los que apenas nos dirigíamos la palabra y otros en los que nos sentábamos juntos a comer y el almuerzo transcurría de forma tan agradable que nos veíamos obligados salir corriendo para no llegar tarde a clase. Parecía que Peter me permitiera atravesar sus defensas para luego atrincherarse de nuevo tras una muralla aún más fortificada que la anterior. A veces lo pillaba observándome en silencio, e incluso en una aburrida tarde de domingo en la que nos sentamos a ver una película en el salón, junto con Euge, estoy segura de que no llegó a enterarse del todo del argumento de la misma.

Lo más complicado de la situación era que a mí se me aflojaban las rodillas cuando él me llevaba en moto a la universidad y me era imposible no quedarme mirando sus labios cuando me hablaba. No podía borrar de mi mente sus besos ni las caricias que había repartido por mi cuerpo aquella noche. No sentía que estuviera disfrutando de la libertad que tanto había abanderado ante Euge, ni estaba actuando como deseaba. De nuevo había condicionado mis propios deseos a las circunstancias. No era yo. Estaba tan perdida como en mi vida anterior, dejando que el tiempo resbalara
entre mis dedos y un día me llevara al siguiente.

«¿Sensata o cobarde?», me pregunté por enésima vez, sin encontrar respuesta.

Euge y yo no volvimos a hablar de su pérdida. Ella no sacó el tema y yo no me atreví a hurgar más en una herida que parecía demasiado dolorosa.

Alguien llamó a la puerta del baño, arrancándome de golpe del estado catatónico en el que me había sumido. Era viernes y esa noche me tocaba trabajar. En algún momento había terminado de maquillarme y me había quedado mirándome al espejo, con la mente a miles de kilómetros de allí.

ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤Where stories live. Discover now