23° ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤

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CAPITULO 23:

Peter reinició la canción cuando yo ya había tomado posiciones y fue a sentarse sobre una de las mesas. Me propuse conseguir que viniera a por mí antes de que finalizara la música. Me deshice de los tacones y comencé a mover las caderas. Era la primera vez que hacía algo así, pero he de decir que el alcohol que me corría por las venas y tener a Peter delante representaban un gran estímulo.

Me pasé las manos por los muslos sin dejar de mirarle. Le di la espalda y tiré de la cinta que cerraba el corsé, sin llegar a desatarlo por completo. Juro que le escuché jadear. Al darme la vuelta él ya estaba al pie de la barra.

Peter:Baja –me rogó, con la voz ronca de deseo–

Negué y me desplacé a lo largo del mostrador sin dejar de moverme, encantada de que no fuera capaz de contenerse. Notaba sus ojos fijos en mí,
anticipando el momento en el que podría tocarme. Tenía los labios ligeramente entreabiertos y contemplaba absorto cada uno de mis movimientos.

Me arrodillé y avancé hasta él con lentitud, disfrutando al máximo de su expresión ansiosa. Era obvio que había pensado que no me tomaría tan en serio su petición y estaba dividido entre dejar que continuara con el sensual baile u obligarme a descender.

Al llegar a él me incliné hasta quedar a pocos centímetros de sus labios. Sonrió satisfecho, creyendo que iba a besarle, pero me desvié en el último momento para alcanzar el hueco detrás de su oreja y regalarle varios mordiscos y pequeños besos.

Peter:Lali… –me mordí el labio para no reír al escucharle gruñir mi nombre–

Retrocedí con rapidez antes de que le diera tiempo a reaccionar y esta vez fui yo la que le dedicó una de esas sonrisas torcidas. Él cabeceó e hizo ademán de subirse a la barra. Negué con la cabeza.

Lali:Si te subes, me largo de aquí –aseguré, con tanta seriedad como pude. Aunque sabía que no podría cumplirlo–

Peter:Lali –repitió, pero permaneció inmóvil–

Me había retado dando por sentado que me rajaría y en cambio era él el que parecía incapaz de esperar un segundo más. Me puse en pie de nuevo y su mirada se desplazó de mi boca hasta mis caderas, para luego desandar el camino y concentrarse en mis ojos. Y en ese momento, allí arriba, con Peter a mis pies temblando de deseo, me sentí libre. No se trataba solo de que ambos nos muriéramos por saciar nuestra sed del otro ni de que hubiera conseguido desbaratar la pose confiada que mostraba al resto del mundo. Era más que eso.

Me daba cuenta de que ambos arrastrábamos recuerdos de un pasado
doloroso, aunque todavía no hubiera conseguido descubrir qué era lo que pesaba tanto en su corazón, pero en mi caso lo vivido conformaba una parte importante de mí. Me había convertido en alguien más fuerte, alguien con miedo pero con el valor suficiente para afrontar cualquier cosa si la recompensa valía la pena. Y estaba segura de que la personalidad que Peter proyectaba no era más que una forma de evitar que le hicieran daño. En el fondo no éramos tan diferentes.

La canción llegó a su fin y el silencio nos envolvió, roto solo por el eco de nuestra respiración entrecortada. Aflojé de un tirón el corsé y eso fue todo cuanto necesitó para olvidar mi advertencia y llegar hasta mí antes de que pudiera protestar. Solté un carcajada contra su boca.

Peter:Sos increíble, L. Y perfecta, demasiado perfecta para mí

No me dejó contestar. Me empujó con suavidad hasta dejarme tendida sobre la madera y me besó con fiereza, como si ansiara comprobar que estaba allí con él y no era producto de su imaginación. Sus manos estaban por todas partes: en la curva de mi cintura, sobre mi pecho, en mi cuello, paseándose por mis muslos. Agarré el dobladillo de su camiseta y se la saqué por la cabeza, desesperada por eliminar cualquier barrera que se interpusiera entre nuestros cuerpos. Nos fuimos deshaciendo de la ropa sin dejar de besarnos y a punto estuvimos de caernos al suelo enredados varias veces.

Peter fue dejando un reguero de besos desde la curva de mi cuello hasta llegar al ombligo. Trazó círculos alrededor de este con tanta calma que supe que se estaba vengando por haberlo torturado momentos antes. Su mano ascendió por el interior de mi pierna. Todo lo que nos separaba era la tela de nuestra ropa interior, y aun así yo quería más. El pulso me golpeaba en las sienes y todo mi cuerpo lo reclamaba. Sin embargo, él parecía dispuesto a alargar los preliminares una vez más hasta que tuviera que rogar por tenerle dentro.

Sus dedos se colaron bajo el encaje negro de mis braguitas y me acarició la ingle. Alcé las caderas, buscando su contacto, y no tuve que darle más explicaciones. Cuando los hundió en mí tuve que agarrarme al borde del mostrador y no pude contener un jadeo. Levantó la cabeza para observar mi reacción y yo me mordí el labio al comprobar que, a pesar de estar esbozando una sonrisa sexy que dejaba claro cuánto me deseaba, sus ojos tenían una expresión tierna cargada de emociones mucho más profundas. Estaba tan al límite que no me sorprendió cuando el calor se extendió desde mi vientre en todas direcciones, dando paso a un orgasmo demoledor. Peter gruñó al percibirlo y no tardó en apropiarse de mis labios.

No me dejó reponerme. Mientras yo aún me estremecía, se deshizo de nuestra ropa interior y rebuscó en sus pantalones hasta encontrar la cartera y sacar de ella un preservativo. Unos segundos más y tenía sus caderas presionando contra las mías. Gimió contra mi cuello al enterrarse en mí. Yo le clavé las uñas en los hombros y arqueé la espalda, ayudándole así a hundirse más y más, hasta que nos volvimos uno y ya no fuimos él y yo, sino un nosotros, jadeante y feliz.

Lali:¿Quién es el que gime ahora? –comenté sin aliento–

Se incorporó sobre los codos y frunció el ceño en un intento por parecer contrariado. Incluso en ese momento me era imposible no provocarlo. Creo que llevaba razón cuando le dije a Euge que los encontronazos que teníamos Peter y yo formaban parte de nuestra relación. No podíamos evitar chocar. Ambos disfrutábamos demasiado incitando al otro.

Envolvió mi cara con sus manos y volvió a embestirme, sin pausa, una y otra vez hasta conseguir que mis jadeos retumbaran en las paredes del local, superando a los suyos. No apartó la vista en ningún momento y yo tuve que luchar para no sucumbir al placer de sus movimientos y cerrar los ojos.

Me estremecí de la cabeza a los pies un momento antes de que él se derrumbara sobre mí murmurando mi nombre con devoción. Ambos estábamos bañados en sudor y completamente exhaustos. Pero el peso de su cuerpo resultaba agradable y reconfortante.

Peter:Creo que no voy a poder concentrarme en el trabajo nunca más –
admitió, mientras rozaba su mejilla contra la mía–

Lali:Siempre nos quedará el almacén –repliqué yo, recordando nuestro primer beso. Parecía que hacía siglos de aquello–

Peter:Mmm… –apartó un mechón de pelo de mi cara y sonrió– Te tomo la palabra

De algún modo una de sus manos fue a parar a una zona de mi cadera especialmente sensible. Me revolví, riendo a carcajadas y tratando de apartarlo. Pero descubrir que tenía cosquillas fue para él como encontrar un nuevo pasatiempo, una forma más de torturarme. Estuvimos un rato peleándonos, él empeñado en someterme a base de risas y yo fingiendo que me enfadaría si no se detenía de una vez. Pero escucharlo reír de una manera tan despreocupada y sincera era un aliciente demasiado tentador para no permitirle salirse con la suya.

Peter:No sé qué estás haciendo conmigo, L, pero no quiero que termine –reconoció, dejando que su frente reposara en la mía–

Y la chica romántica que había en mí se derritió y suspiró al comprender que otra de las capas de Peter acababa de caer frente a sus ojos.

Lali:Recuerda eso la próxima vez que te suelte una bofetada –repuse, capturando uno de sus labios entre los míos–

Peter:¿Estás apostando contra mí? –murmuró, juguetón, y sus palabras se
perdieron en mi boca–

Lali:No, Peter, apuesto por nosotros. Voy a apostar por nosotros

Nuestras piernas se enredaron al mismo ritmo que nuestras lenguas. Y sus manos volvieron a recorrer mi piel. Ya había asumido que la forma en la que Peter y yo chocábamos iba a ser una constante, ahora solo nos quedaba aprender a vivir con ello y volverlo en nuestro favor. Después de todo, formaba parte de lo que éramos y, siendo sincera, empezaba a gustarme que fuera así.

ENAMORADA DEL CHICO "MALO" ❤Where stories live. Discover now