26° ENAMORADA DEL CHICO "MALO' ❤

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CAPITULO 26:

Los días se sucedieron con relativa tranquilidad. Peter y yo convertíamos cada pequeña disputa en verdaderas batallas campales. No obstante, creo que solo era nuestra particular forma de lidiar con la intensidad de lo que sentíamos el uno por el otro. Nos llevábamos al límite, nos apasionábamos a cada paso que dábamos, con cada palabra. Pero lo hacíamos juntos. Euge asistía maravillada al cambio que se había operado en su primo. De manera paulatina había dejado de gruñir despotricar a todas horas. No era que se hubiera convertido en un angelito, Peter nunca sería la clase de tío que pone buena cara o derrocha amabilidad con cualquiera, pero se podría decir que el dragón de su interior procuraba templar sus ánimos y no escupir fuego por la boca día y noche.

El fin de semana antes de las vacaciones de navidad quedamos en celebrar una fiesta en casa, dado que Euge pasaría las fiestas en Londres con sus padres y Agus y Cande tenían planeada una escapada a cariló en honor a sus tortuosos comienzos. La idea era cenar con un grupo reducido de amigos, ya que luego debíamos ir a trabajar, pero la cosa se nos fue un poco de las manos y al final el espíritu navideño de Euge se desbordó e invitó a media facultad.

Peter:Mierda, Euge –protestó por enésima vez– ¿Querés explicarme que vas hacer para echar a todo el mundo luego? Te recuerdo que laburamos los tres

Mi amiga desechó la pregunta con un gesto de la mano, tal y como había hecho las veces anteriores, y continuó sacando latas de cerveza, sidra y botellas de alcohol de las bolsas. Parecía que la pequeña reunión entre amigos había pasado a ser un macrobotellón.

Lali:Te pasaste un poco, ¿no? –comenté, al ver que la relación comida-bebida estaba bastante descompensada–

Euge:Vos no viste cómo tragan los biólogos. Mejor pecar de exceso que quedarse corta

Lali:La cuestión es pecar –me reí–

Bailoteó de un lado a otro del piso, apartando muebles y dejándolo todo listo para la tarde. A ese ritmo llegaríamos todos borrachos al Marlon y le daríamos al dueño más motivos aún para ponernos de patitas en la calle.

Confié en que Agus y Peter se mantuvieran sobrios, porque el resto ya nos habíamos dejado contagiar del entusiasmo de Euge. Puesto que se trataba de una cena temprana muy temprana a las cinco de la tarde comenzaron a llegar los primeros invitados. Pronto el salón estuvo atestado de gente con ganas de fiesta y sed, mucha sed. Tuve que darle la razón a mi amiga: sí que era verdad que bebían sin control.

Lali:Deja de refunfuñar

Peter se había atrincherado en un rincón de la sala y observaba a los asistentes con su mejor expresión de perro rabioso. Me colgué de su cuello, sonriendo ante su gesto contrariado. Él aprovechó para rodearme la cintura con los brazos y esconder la cara en el hueco de mi cuello. Su boca dejó un rastro de besos sobre mi piel mientras sus manos se deslizaban hasta mi trasero.

Peter:No me gusta tener que compartir tu atención con esta panda de boludos –se quejó– y si Kike no deja de mirarte la cola voy a tener que empezar a cumplir amenazas

Compartía grupo de laboratorio con Kike y, aunque era bastante simpático, nunca había notado que se interesara por mí. Es más, desde que se corrió la voz de que Peter y yo estábamos saliendo, un par de compañeros que tonteaban conmigo dejaron de hacerlo de inmediato.

Fruncí el ceño y esta vez fui yo la que puso cara de pocos amigos.

Lali:Dime que no has ido por ahí amenazando a la gente para que se
mantenga apartada de mí

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