Capítulo 25

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El gran ejército que había formado el Rey Frederick con ayuda de Louis ya había partido en búsqueda de la Gota de Luna. Dirigiendolo iban la princesa Marinette, Louis y Eugene, quien no dudo en unirse para salvar a su amada. El tenía dudas, él también había convivido con la peliblanca y al igual que su amada, sabía que solo había sido víctima del lado cruel de la vida.

Y allí iban, con la esperanza de poder destruir a tan poderosa persona, _____________ Maní.

Mientras tanto, ella pasaba sus horas repasando una y otra vez el escrito, así como el diario de su madre. Estaba lista para afrontar cualquier situación, ya había afrontado demasiadas situaciones y esta no sería la excepción. Su alma estaba llena de irá y rencor, pero también sentía un vacío enorme, había perdido completamente todo lo que amaba, ahora solo tenía una pequeña esperanza de recuperar una parte de lo que perdió... no estaba segura de que su plan funcionaría, esperaba el poder del eclipse fuera tan poderoso para romper la barrera entre la vida y la muerte.
Estaba sentada en el trono que suponía una vez fue de su padre, mientras admiraba cada detalle de la corona que también una vez le perteneció, estaba sumergida en sus pensamientos hasta que un alboroto a las afueras del Palacio la sacó de estos.
¿Tan pronto había llegado el ejército del rey Frederick?
Se levantó de inmediato para asomarse por medio del balcón que el Palacio tenía. Vio un tumulto de gente a las afueras de este, pero no lucían como soldados, no llevaban corceles, armaduras o algún tipo de arma, más que antorchas.

¿Era una especie de trampa?

-¡Miren! ¡Arriba!- grito una voz señalando hacía donde ella estaba

La multitud notó la presencia de la joven, comenzando a ovacionarla, confundiendola más.. ¿quién era toda esa gente?
No sabía la respuesta, pero la obtendría, sin miedo fue hasta ellos, colocándose delante de la gran multitud mirandolos con desconfianza y preparada para cualquier ataque sorpresa.

-¿Quiénes son todos ustedes y qué hacen en mi reino?- preguntó seria

-¿Eres realmente la hija de Alejandro Maní?- pregunto un hombre acercándose lentamente a ella

La joven retrocedió y le miro con desconfianza, tratando de decirle con su mirada que no avanzará más o lo lastimaria

-No tengo porque responder su pregunta... le ordenó responda la mía- pregunto poniéndose en pose de defensa

-Señorita.. nosotros...-

-No hay tiempo para presentaciones- habló otra voz

Y en un segundo, otro hombre se lanzó hacía la joven para atacarla con una espada, la peliblanca molesta ante ese ataque respondió, una enorme roca creció entre ambos protegiendola y lanzando al atacante lejos de ella.

-¡Agotaron mi paciencia!- espetó molesta

Provocó que grandes rocas crecieran a los costados de la multitud dejándola apresada entre estas, estaba dispuesta a causarles un daño pero detuvo sus acciones al ver, como cada integrante de esa gran multitud caía de rodillas haciendo una reverencia delante de ella.
¿Qué estaba sucediendo?

-¡Larga vida a la reina!- mencionaron todos al unísono

¿Qué pasaba? ¿Quién era toda esa gente?

El primer hombre que se había acercado a ella, se puso de pie para acercarse de nuevo, cayendo de rodillas nuevamente al estar frente a la peliblanca, tomando su mano para dar un beso en el dorso de esta

-Su alteza, hemos hecho un largo viaje para conocer la verdad acerca de los rumores sobre que la hija de Alejandro Maní estaba viva y había vuelto a su hogar para tomar el lugar de su padre- comenzó a explicar -Nosotros somos súbditos leales de su padre, juramos lealtad a él y a la Gota de Luna... cuando Corona atacó, su padre nos ordenó ocultarnos hasta que su amada hija creciera y pudiera tomar su lugar... algunos perdieron la esperanza con los años, pero la mayoría creíamos con firmeza las palabras de nuestro amado rey... cuando llegaron los rumores sobre el despertar de su poder, supimos que era el momento de salir de nuestro escondite, y volver a nuestro hogar, para apoyar y brindar nuestra lealtad a la hija de Alejandro... nuestra nueva reina, usted-

-...¿qué?....- estaba atónita con esa explicación

Levanto la mirada para ver a la gran multitud delante de ella, todos seguían de rodillas mirandola con esperanza. Ahora recordaba que uno de los recuerdos de su padre mostraba cuando le indicó a su reino huir y ocultarse, más nunca pensó o espero que esa gente seguía viva esperando a que ella volviera al Reino de la Oscuridad.
¿Qué debía hacer?
Su padre había sido esperanza y protección para esa gente y sus generaciones pasadas, era obvio que veían lo mismo en ella.
Entre esa muchedumbre había personas de todas las edades, personas enfermas o con alguna discapacidad, gente con diferentes rasgos, de diferentes razas... eran diferentes todos, pero algo los unía, habían sufrido rechazo tanto ellos como sis antepasados y buscaban la protección que una vez su padre les dio.
¿Qué sucedería si ella les daba la espalda?
Sabia que eran personas que en su mayoría no podían combatir, no tenían ya fuera la fuerza o el conocimiento, y debido a la historia de sus antepasados, de seguro también tendrían miedo de ser tratados como lo solían hacer.

-Su majestad..- hablo un pequeño niño que sin darse cuenta se había acercado a ella -Entregaremos nuestros corazones a nuestra amada reina- menciono mientras hacía una reverencia

Se puso a la altura del menor, acarició su cabeza y se percató de que tenía una discapacidad visual y había llegado hasta ella con ayuda de un pequeño perrito, que en realidad era un cachorro de lobo. Suspiro y miro de nuevo a la gran multitud, pudo ver que eran gente como ella, gente que por alguna razón la sociedad rechazo sin que ellos lo pidieran.
No podía dejarlos desamparados, aunque tenía miedo, jamás había imaginado que tanta gente dependería de ella, nunca había tenido cualidades de liderazgo o algo similar, pero no podía darles la espalda. Necesitaba pensar y analizar la situación.

-Sean bienvenidos a su hogar- exclamó mientras se ponía de pie de nuevo -Me alegra no perdieran la fe en mi padre... levantaremos nuestro reino, por mientras pueden quedarse en el palacio, estaran...-

-¡No se preocupe por eso majestad! ¡Tenemos nuestras casas portátiles!- menciono una voz entre la multitud

-¿casas portátiles?- pregunto confundida

-Son como casas de campaña pero mas grandes y sólidas, se pueden armar y desarmar fácil... su padre nos enseño a hacerlas antes de que tuviéramos que salir del reino- menciono el mismo hombre que hace un momento explico quienes eran

-Ya veo- respondió ella con una leve sonrisa -Bueno... espero puedan instalarse sin problema.. debo... debo hacer algo-

-Descuide majestad... estaremos pendientes de cualquier indicación u orden de su parte-

-Majestad..- le llamo el niño de nuevo

-¿Sí?-

-Usted es muy linda- le mencionó

Ella sonrió enternecida, y acaricio de nuevo su cabeza

-¿Cómo sabes eso?- pregunto ella curiosa pues el pequeño era ciego

-Mi abuela nos dijo que su madre era muy hermosa... y que usted es igual a su madre, entonces es muy linda también-

Ella suspiro, y agradeció el tierno comentario del menor para después irse al palacio. ¿Qué debía hacer?
Con la llegada de esa gente sus planes no podían seguir iguales, no podía arriesgarlos, ellos confiaban en que los protegeria.

¿Cómo debía guiar y proteger a cientos de personas?

CONTINUARÁ....

READY AS ILL EVER BEWhere stories live. Discover now