CAPÍTULO 81 - SANEM

10.9K 245 97
                                    


-Sanem, sé que últimamente te lo digo en cada visita, pero esta vez es una advertencia muy seria. Tienes que relajarte y descansar, o los trillizos llegarán antes de lo que esperamos y como ya te he dicho...

-"Cada semana que pasen dentro será una semana menos en la unidad de neonatos"...

Interrumpo a Serkan Kaya con gesto de cansancio repitiendo la frase que Can y yo hemos oído en cada visita desde hace varías semanas. El ginecólogo solo me responde con una sonrisa de entendimiento y una mirada comprensiva hacia Can, en busca de algo de apoyo. Pero como mi marido parece haber entrado en uno de sus estados de silencio neutral Kaya se vuelve de nuevo hacia mí.

-Sé que puedo sonar pesado, Sanem, pero estamos a punto de alcanzar la semana treinta y uno y los bebés están pesando alrededor de un kilo. Cada día que todo permanezca así va a ser un día, o en el mejor de los casos, una semana menos de estancia en el hospital. Y por mi experiencia con otros padres puedo decirte que cuanto menos tiempo estén los trillizos ingresados, menos angustioso será para vosotros y vuestra familia.

Como siempre la sola mención de la estancia en el hospital hace que nos recorra un escalofrío. Pero es algo con lo que tenemos que contar, por poco que nos guste. Motivo por el cual he mantenido mi habitual espíritu combativo bajo control en los meses recientes. Cada vez que Can me saca el tema, de porqué me estoy mostrando tan conformista con todo, del reposo pasando por aguantar a mi madre, le respondo con la misma frase.

-Por los niños, merece la pena.

Y aunque suele darme la razón cuando expongo mis motivos, Creo que Can echa de menos a la Sanem combativa y en cierta medida despreocupada, con la que se casó. Claro que tampoco me queda mucha más opción. Anne ha estado revoloteando a mi alrededor como una gallina clueca e incluso Mihriban se ha unido a la causa viéndome cada día más grande y cansada, aunque gracias a ello hemos llegado a la semana treinta a mediados de febrero y no podemos estar más que contentos por ello, según el doctor, la semana treinta dos es nuestra meta ahora mismo y a partir de ese momento las cosas serán bastante más fáciles. O al menos eso dice Kaya. Creo que habla más bien en términos médicos, porque cada semana que pasa con mi vientre tomando unas dimensiones monstruosas y no pudiendo estar de píe más allá de los cinco minutos que tardo en lavarme los dientes o en ir de nuestra habitación hasta la cocina, más cuesta arriba se me hace este embarazo.

-¿Imaginas que después de todo lo que han lloriqueado, Emre y Leyla tuvieran a su niña antes que nosotros a los trillizos?

Comenta Can cuando ya estamos en el coche de vuelta a finca. Me rio entre dientes porque para nuestros hermanos tampoco está siendo una situación fácil ahora mismo.

-Es lo que se merecerían, después de todos los lloriqueos que hemos tenido que aguantar de su parte. Pero el susto de hace dos días no debió ser agradable para ellos.

Leyla, que hasta el momento me había hecho envidiarla por haber tenido un embarazo de libro, con su tripita de catálogo de ropa premamá apenas perceptible, sus escasas molestias en el primer trimestre y casi inexistentes en el segundo y su aparente capacidad de trabajar en la Agencia hasta el mismo momento de entrar en el paritorio, tuvo un amago de parto prematuro hace dos noches, alterándonos a todos desde el instante en que Emre llamó al teléfono de Can para decirle que tenían que irse al hospital porque parecía que la niña quería venir antes de tiempo. A lo que siguió otra pequeña crisis porque ni Can, ni Aziz, ni mucho menos Mihriban querían que yo fuese también al hospital con ellos. Al final, para no dejarme sola en la finca, mi amiga se quedó conmigo en casa mientras que nuestros maridos se fueron al hospital a hacer compañía a Emre. Cuando volvieron un par de horas después con la noticia de que había sido una falsa alarma no me quedó de otra que admitir que había echo bien en quedarme en casa. Sin embargo las noticias del día siguiente no fueron tan buenas para mi hermana. La doctora Erler le advirtió que estando en la semana treinta ocho se consideraba que ya era un embarazo a término, por lo que si no quería tener al bebé en los próximos días, u horas, debería hacer reposo hasta que la niña decidiera que era en verdad el momento de nacer. A lo que añadió, entre risas, según me comentó Leyla, que yo probablemente agradecería la compañía. Todavía estoy decidiendo si la doctora tiene razón o no.

El Albatros y El Principio del Final (Erkenci Kuş FanFic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora