CAPÍTULO 35

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Sanem y yo estamos tomando el sol en sendas tumbonas en la playa de Kamari, en la isla de Santorini, Tenemos el barco atracado en el puerto deportivo de Vlychada y llevamos un par de días recorriendo la isla con un coche de alquiler. Ayer fuimos hasta Fira y Oya. En la primera, visitamos el Museo Arqueológico, bajamos hasta el puerto en el teleférico y paseamos por sus calles empedradas. En la última disfrutamos de uno de sus famosos atardeceres sentados en una terraza con vistas impresionantes y lejos de las aglomeraciones que se forman el la zona del castillo. Hoy hemos recorrido la costa este de la isla y he elegido terminar el recorrido aquí porque el el beach club en el que nos encontraremos se llama Albatross, algo que a Sanem le ha hecho mucha gracia.

-¿Estás segura que no quieres beber nada?

Le pregunto. Me niega con la cabeza mientras da otro trago a su batido de frutas. A la mañana siguiente de nuestra salida nocturna de Bodrum, Sanem se levantó con una resaca considerable, para acabar haciendo muy buenas migas con la taza del water. Una vez pasado el mal trago, juró no volver a beber una gota de alcohol en una buena temporada y por el momento lo está cumpliendo.

Yo le doy un sorbo a mi cerveza mientras la observo. Lleva un bikini negro que, probablemente no se pondría si estuviéramos en Turquía, pero que ya se ha puesto en un par de ocasiones en el barco antes de hoy. Rodeados de turistas de diferentes nacionalidades mi mujer parece haberse olvidado de algunas de sus inhibiciones y hoy ha bajado a la playa únicamente con una toalla-pareo y nada más con lo que cubrirse. La verdad es que la temperatura acompaña. En los tres días de navegación que nos ha costado llegar hasta aquí prácticamente solo la he visto con ropa de baño y algún kaftan o kimono para cocinar o cuando el sol se ponía.

-Voy a bañarme. ¿Me acompañas?

Pegunto mientras me levanto de la hamaca.

-Ahora mismo estoy en la gloria, Can... -Me responde sin abrir los ojos, que tiene cerrados, y sin moverse un centímetro de la hamaca. -... Pero en un rato igual me uno a ti.

-Tamam. Si cuando vas al agua no me ves, llámame, probablemente esté nadando un poco más adentro.

La respondo antes de despedirme con un beso rápido en los labios. Sanem frunce el ceño, como cada vez que me ve nadar en mar abierto.

-Tamam. ¡Pero ten cuidado!

Me chilla desde la su posición mientras me meto en el agua. La playa de Kamari no es muy grande, apenas una lengua de arena rocosa que apenas puede albergar un par de filas de tumbonas, lo que hace que no sea especialmente bulliciosa, solo la música que salen de los altavoces de los bares que la bordean alteran algo la tranquilidad, lo que hace que sea un sitio agradable para pasar un rato relajado junto al mar.

Como le dije a Sanem, nado mar adentro, hasta la boya que marca el límite de la zona de baño y regreso hacia la orilla. Veo que Sanem sigue en la tumbona, así que hago otra tirada hasta la boya y vuelvo. Esta vez mi mujer me está esperando en la orilla, el hago un gesto para que se acerque y bracea hasta mi.

-Siempre pensé que te gustaba el mar, pero estoy empezando a creer que te da miedo.

Le digo cuando llega a mi altura. Me saca la lengua, en un gesto infantil, para mostrarme su desacuerdo. 

-Me encanta el mar. Siempre que esté segura de lo que hay debajo.

Levanto una ceja para mostrarle mi decepción por su respuesta.

-¿Eres capaz de meterte vestida, pero no de nadar en mar abierto? Eso vamos a tener que arreglarlo.

Cuando ha llegado, me ha rodeado el cuello con los brazos por lo que para poder llevar a cabo mi plan hago que sus piernas me rodeen por la cintura, una vez colocada en lo que ella llama su postura de coala, empiezo a nadar hacia una zona más profunda, donde a mi me es difícil hacer pie y a Sanem, probablemente, imposible.

El Albatros y El Principio del Final (Erkenci Kuş FanFic)Where stories live. Discover now