29- Segunda parte

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Advertencia: este cap tiene alto contenido +18 intenso.


29 - segunda parte

En el oscuro y silencioso pasillo de la casa/refugio, Adrik me besó de nuevo.

Fue un beso efusivo, con su cuerpo atlético y su torso desnudo presionando el mío. Mis manos se deslizaron por sus hombros suaves y masculinos y acariciaron a palma abierta su nuca hasta que enredé los dedos en su cabello. Él, todavía con las manos debajo de mi camisa, rodeó mi cintura. La manera tan íntima de tocarme hizo que se encendieran las partes más sensibles de mi cuerpo.

Lo disfruté, lo estaba disfrutando, pero entonces no pude evitar abrir un poco los ojos y mirar con inquietud hacia las puertas. Todas estaban cerradas, pero sabía que detrás de ellas se encontraban Artie, Owen y, sobre todo, Aegan. De manera inevitable, mi mente comenzó a especular. Probablemente estaba despierto, esperando, pensando, sospechando... ¿Y si salía y nos arruinaba el momento con uno de sus ataques de locura?

Hablé sobre los labios de Adrik, procurando no detener los besos:

—Deberíamos entrar a la habitación.

Pero él no se detuvo ante mi proposición. Solamente esbozó una sonrisa ladina y maliciosa, y respondió en un susurro algo ronco entre los besos y las succiones:

—Créeme, justo ahora le daría una patada a cualquiera que saliera y lo haría entrar de nuevo en la habitación.

Sin darme derecho a réplica, siguió besándome. Su lengua rozó la mía con tal humedad y lentitud que por un instante olvidé qué rayos le decía y casi me derrito allí mismo. Ni siquiera me di cuenta de que sus manos descendieron con agilidad hasta el botón de mi jean ajustado hasta que sentí que bajó la cremallera. Entonces intenté de nuevo:

—Sí, pero...

—¿Pero qué? —me interrumpió de inmediato.

Y, sin más, me tomó por el brazo y me hizo ponerme de espaldas en una maniobra repentina. Quedé con las palmas, los antebrazos y mi pecho de tabla contra la pared. Él, detrás, se pegó a mí, puso una mano contra mi vientre y empujó la dureza de su entrepierna contra mi trasero.

¡Ay, madre de todos los pensamientos impuros! Intenté protestar de alguna forma (ni idea de por qué traté de hacerlo, amigos, si a decir verdad sentir la Adrikconda me prendió demasiado), pero igual no me lo permitió. De manera súbita, Adrik deslizó hacia abajo la mano que había puesto sobre mi vientre y la hundió en el interior de mi jean. Así, sin aviso ni preparación. Así, en un claro: "voy a tocar lo me pertenece". Y en un segundo, con la habilidad de quien conocía a la perfección el camino indicado, sus dedos encontraron y palparon con interés exploratorio el lugar exacto entre mis piernas que ya me había empezado a palpitar en un dolorcito delicioso. Fue justo por encima de la tela de la pantaleta blanca de abuelita que por desgracia había decidido usar ese día. En cuanto su dedo medio hizo una suave presión sobre el punto sensible que siempre producía el mayor placer, el gemido me salió espontaneo, rendido y débil:

—¡Oh, por Dios, Adrik!

Pronuncié su nombre como si estuviera honrando a una mitológica e impresionante deidad. Mis músculos se debilitaron de manera instantánea. Las piernas se me transformaron en gelatina al mismo tiempo que la humedad fluyó de golpe entre ellas, cálida y deliciosa. Cada pensamiento coherente se desvaneció en microsegundos. Se me olvidó la matemática, la historia, cualquier conocimiento básico del ser humano. Mi mundo se redujo a: "Adrik me está tocando allí y... ¡¡¡me encanta!!!".

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora