29 - Primera parte

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Y aquel al que llamaban hijo de Dios resucitó al tercer día...

Justo después de que alguien tuviera un par de orgasmos en la habitación de al lado. 


¿Qué demonios estaba haciendo?

Me aparté de la puerta de la habitación de Aegan con algunos pasos hacia atrás. La miré un momento más y los pensamientos se aclararon en mi mente: ¿rendirme? ¿de esta forma? ¡Jamás, Aegan Cash, jamás!

Luego, automáticamente, corrí en dirección a las escaleras.

En lo que llegué a la mitad de los escalones, vi a Adrik parado en la sala. Llevaba la misma ropa de esa mañana. Nos miramos por un instante, y me di cuenta de que entonces ya me había convertido en el estúpido momento cursi de la película romántica, ese en el que la chica no puede evitar sonreír al ver al chico. Iba en contra de mis principios naturales de la repulsión al enamoramiento, pero en cuanto ese idiota me devolvió una sonrisa ladina y enigmática solo pude pensar: agh, ya qué, me tiene tontita y con las piernas temblando, para qué mentir.

Así que tomé aire, bajé apresuradamente los peldaños restantes y me le detuve en frente. Lo observé por todos lados para asegurarme de que estaba entero. Me faltó la respiración durante unos segundos. El vacío que me había quedado desde que el juego de póker había terminado, se llenó de una emoción plena. De momento no supe qué demonios hacer. Se me antojaron tantas cosas, pero solo reaccioné en una:

Le atesté un golpe en el hombro.

—Eres un imbécil —le solté. Una risa sin sentido ni razón me salió a pesar de que intenté contenerla—. Y me alegra que seas un imbécil vivo.

Adrik también soltó una risa sin despegar los labios, casi de alivio, y negó con la cabeza.

—Sí, yo también me alegro de que mi imbecilidad todavía exista. ¿Todo bien por aquí?

Iba a decirle que no bien bieen así como tal... pero él deslizó la mirada por encima de mí. Me di vuelta y vi que Owen venía bajando las escaleras. El brillo de esperanza en sus ojos, de seguro porque creyó que sería Aleixandre, murió en cuanto vio a Adrik. Más atrás apareció la figura de Aegan. Sentí algo raro en el cuerpo, de nuevo esa horrible sensación de ser infinitamente inferior que él. Me echó una mirada rápida, indescifrable. ¿Sabría que estuve a punto de entrar en su habitación?

Desvié la mirada de nuevo hacia Adrik, de repente insegura y avergonzada.

—Habla —le exigió Aegan, ya llegando a la sala—. ¿Qué sucedió?

Artie terminó por bajar en unos segundos. Nos congregamos allí entonces. Adrik se sentó en el borde de uno de los sofás con los brazos cruzados, Aegan se mantuvo contra una pared y Owen se quedó en la ventana, echando vistazos hacia afuera, tal vez por si alguna luz aparecía junto a Aleixandre. Por mi parte ocupé el sofá pequeño.

Esperamos por Adrik con una atención nerviosa y expectante.

—En realidad fue bastante claro con lo que quiere, sin vueltas: que el Sak se mantenga abierto para vender su mercancía, y que nosotros estemos en él —dijo él después de tomar aire—. Y le dije que cumpliríamos con eso.

Cada quien quedó pasmado. Vi algunas expresiones de desconcierto en los rostros de Owen y Artie, pero la cara que puso Aegan reflejó a la perfección en todos los aspectos lo que pensamos al escuchar lo dicho por Adrik: la boca entreabierta y el cejo fruncido al mejor estilo de: ¿me estás jodiendo, hermano? ¿Tú.me.estás.jodiendo?

Perfectos Mentirosos © [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora