Capitulo; 08.

137 8 19
                                    

Shura.


¿Qué se podría tener entre manos Aioros de Sagitario?. Luego de haber compartido esa reveladora, profunda y retroalimentativa conversación pude notar el nerviosismo y terror que inundaba cada fibra del centauro dorado, en mi cabeza se clavaron sus palabras torpes de despedida antes de que saliera trotando escaleras abajo hacia Sagitario. Aunque quisiera seguirlo y preguntar el motivo de su brusco cambio me abstuve y negué ante esa idea con vehemencia, quizás el espacio era algo que él ocupaba en ese instante, yo, estando bajo los efectos de mis propias palabras sabía lo abrumador que era ser tan expresivo, incluso para Aioros que nunca tuvo problemas en expresar sus pensamientos. No le tomé mucha importancia y simplemente lo dejé ser mientras se perdía su ancha espalda en el camino hacia su templo. Ya habrá tiempo para hablar, supongo. Sin embargo, y aún después de la ausencia de Aioros, decidí quedarme contemplativo en el horizonte de las doce casas, mi verdusca mirada se clavó en el reloj de fuego a la punta y pie de Aries y noté el indicio de la llama de Escorpio apunto de apagarse, con ella caía la tarde y apreciaba la noche en Atenas. La cuál, para ser honesto, siempre me parecía tranquila, siempre y cuando viviera lejos de las inusuales pesadillas con las que era frecuentemente arropado. El temor por evocar la desoladora y terrible sensación de despertar en medio de un tormentoso trance sacudió mi cuerpo en una oleada que recorrió mi espalda como un azote a la realidad. No quería dormir, aunque estuviera relativamente cansado.

No hay mejor almohada que una consciencia tranquila.

Y aún sabiendo eso, sabía que mis culpas no podían ser absueltas con mayor facilidad que un castigo, un escarmiento capaz de sanar mi consciencia, la misma consciencia que no me permite avanzar hacia adelante, que no me permite andar por un camino diferente del que yo mismo me cernía, como vidrios rotos por un largo sendero sin fin. Que nunca acaba, quisiera poder tener la sangre suficiente para derramar al menos una cuarta parte de mi cuerpo a causa del daño, el sufrimiento que he causado de manera tan injusta y dosoladora, todo bajo una máscara altruista, de una lealtad a ciegas que me rigió por tan largo lapso de tiempo.

Volví a clavar mi vista en el reloj de fuego, una extraña sensación inundó mis sentidos con un fuerte escalofrío que cruzó toda mi espina dorsal, algo estaba por suceder en contra del santuario, de Athena, quién estaba sumida en su sueño de letargo incierto, en contra de todos los caballeros dorados y en contra de quién decida interponer los planes de este enemigo de identidad no identificada.

Y debíamos estar alertas...

Ante cualquier posibilidad de guerra..



Rodorio..



Una, dos, tres...

Al tomar la cuarta manzana, está se resbaló del canasto, iba a atraparla, porsupuesto que iba hacerlo si no fuera por la mano que la alcanzó antes de que impactará el suelo o que siquiera pudiera yo mismo evitarlo.

Era...

-. ¿Con que poniéndonos al día con las compras?.

Dejó la manzana en el canasto e hizó lo propio con las demás frutas, sólo que esta vez las conducía hacia sus propias cosas.

-. Gracias...

Sonrió. Me aminoró mucho verlo tan tranquilo y desenvuelto, al menos aparentemente hablando.

Camino A Las Estrellas.Where stories live. Discover now