Capítulo; 13.

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Asgard era helado. La magnitud de los grados centígrados hacia abajo era una tortura para alguien que normalmente estaba acostumbrado al cálido o fresco clima de Grecia. No es que no fuera soportable, pues al ser caballeros dorados contábamos con la beneficiosa ventaja de usar el cosmos como una herramienta de calor. Sin embargo, las grandes ventiscas podrían alcanzar a congelar hasta al mismísimo Camus de Acuario. Por suerte, o ya sea por desgracia nos tomó cuatro semanas llegar hasta dicho destino trazado. Lo primero que obtuvimos fué una bienvenida llena de guardias por doquier y de uno que otro Asgardiano pasando por allí y por allá. Bastante formal, si me lo preguntan.

—Llegamos —. Anunció Aldebarán —. Aunque el viaje en carretera nos haya demorado más, en realidad nos sirvió para recolectar buena información —. Aludió con jovialidad —. ¿Les parece si bajo primero? —. Inquirió, a lo que Mu y yo asentimos con acuerdo.

Y al salir al frío exterior, lo primero que captaron mis ojos fueron a una hermosa mujer de cabellos blancos y complexión delgada, y junto a ella su hermana.

Señorita Hilda.

Se acercaron, y aún más atrás de ellas reconocí a quienes fueran caballeros Asgardianos, dignos de admirar.

—Caballeros de Athena —. Inició con una melodiosa y tranquila voz —. Bienvenidos. A mi pueblo y a mí nos honran con su presencia —. Hizo un gesto con su cabeza e inmediatamente jóvenes cortesanas de estas gélidas tierras nos entregaron abrigos de gruesa piel de animal —. Adelante. El frío de aquí es bastante torrencial, es terrible, incluso para mí —. Sonrió con aparente gracia —. Vengan, por favor. Los voy a hospedar.

Agradeciendo el gesto, sentí la pesada piel sobre mis brazos, espalda y hombros. Aunque sí, he de admitir que el calor que emanaban era bastante reconfortante, no pude evitar sentir cierta culpa al hacerme de la muerte de una pobre e inconsciente criatura.

—Muchas gracias, señorita Hilda —. Aludió Mu —. Haremos que nuestra estancia aquí sea lo menos conflictiva posible —. Yo no hubiese podido decirlo mejor —. Además de ser una misión únicamente de carácter informativo, también esperábamos contar con una profunda investigación del área —. La mujer asentía a cada palabra dicha, y con la profesionalidad de su parte nos lanzó una mirada llena de preguntas inquietantes, pero que borró de su cabeza al yacer en nuestro destino.

—Sé que son caballeros dorados y sé que están aquí por una razón, pero por ahora, me gustaría decirles que estén tranquilos y que descansen —. Sonrió con cortesía —. Ya habrá tiempo para cada cosa.

Y así fué.

La habitación que me había sido proporcionada era lujosa. La cama matrimonial con sábanas de seda roja y la gran ventana hacia las montañas cubiertas de pinos y nieve fué lo que me recibió al entrar. Seguido por los pasos femeninos de la guardiana de las tierras de Odín. Esto era relativamente -Por no decir que mejor- que las habituales habitaciones en los templos del santuario. La cantidad y el minucioso cuidado eran los factores resaltantes de esta planta.

—Espero que te sientas cómodo —. La cálida y tranquila voz me trajeron de vuelta a la realidad —. Tus compañeros parecieron disfrutar mucho de la futura estadía. Creí que les iba a molestar tener que compartir habitación, pero pude notar que ese no fué el caso —.  Sonreí con ironía.

¿Cómo podría molestarles cuando ambos estaban juntos?. O bueno, al menos eso es lo se piensa en todo el santuario. Aunque porsupuesto que ella no podría saberlo con fina certeza.

—Gracias. Esto es mucho más de lo que esperaba —. Traté de sonar lo más amigable posible, aunque me estuviera costando un ojo de la cara más un poco de incomodidad —. Espero no causarle muchas molestias. Lo cierto es que la misión había sido principalmente encomendada por el patriarca para Mu y Aldebarán. Yo me colé —. Río con encanto e hice lo mismo, aunque un poco más moderado —. Lo siento.

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⏰ Son güncelleme: Jan 20 ⏰

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