3. Primera señal

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— Que no, Emilio. Nosotras no vimos a ningún anciano loco — dejé las cosas en la mesa volviendo mi mirada hacia las chicas. ¿Cómo no pudieron verlo? ¡Estaba al frente!

— ¡Pero si estaba justo al frente de mí! — seguí insistiendo — ¿Cómo es posible que no lo vieran?

— ¿Te metiste algo?

— ¿Qué?

— Tal vez la mota se te subió a la cabeza, adicto.

— Yo no fumo mota, tonta — le miré mal — Y como sea, yo si lo vi.

— Pero, ¿qué pasa? ¿Qué traen con mi vato? — sentí las manos de Keisly en mi espalda — ¿Estás bien, baby?

— Pues.....— contestó Mila por mí – Tu novio dice que vio a un señor afuera que le dijo que debíamos irnos de aquí porque este lugar estaba maldito y la chingada — le fulminé con mi mirada al notar el tono burlesco con el que hablaba, ¡yo no mentía! — Estaré bien ciega y todo, pero si hubiéramos visto a alguien más cerca de ti lo sabríamos — señaló sus lentes.

— Creo que ya bebiste demasiado, baby — ahora miré a Keisly, ¿es en serio? ¿mi propia novia?

— ¿No me crees?

— Yo creo que lo mejor es relajarnos, ven conmigo — aun con mi mirada seria dejé que me jalara hacia la sala. Me sentó en uno de los sofás de la sala y ella caminó hasta posicionarse detrás de mí. Llevó sus manos a mis hombros masajeándolos — No creo que sea buena idea hacer que los chicos se enteren de lo que ayer hablamos, Emilio.

— ¿Por qué?

— Porque así como tú lo dijiste ayer, tal vez el viejo que habló con mis padres sólo lo dijo por decir. ¿Qué tal si está enfermo o algo así? Nosotros no podemos decir que esta casa está maldita sólo porque lo dijo un viejo, recuerda que estamos en el mundo real, los fantasmas no existen, Emilio.

— Pero.... — aparté sus manos, me levanté y me acerqué para susurrarle — ¿Y si es verdad?

— ¿Cómo sabrías que es verdad?

— Porque desde que llegamos a este lugar nos han pasado cosas raras en el piso de arriba, hace un momento miré que salía humo de la puerta y cuando Rayan se acercó para ver me dijo que no había nada. Y ahora que veo al viejo, las chicas me dicen que no había ningún viejo, ¿no te parece extraño?

— Sólo son casualidades, baby — entorné mis ojos — Tal vez lo del humo no fue real, pero lo del viejo tiene cierta lógica.

— ¿Y cuál es esa lógica?

— Pues que se fue en el momento en el que ellas llegaron sólo porque quiso, ¿no lo has pensado?

Me obligo a cerrar mi boca al captar que realmente tal vez ella tenga razón. Tal vez estaba exagerando.

— Sí, tal vez tengas razón — admití entre dientes – Sólo olvídalo, mejor vamos a comer con los demás.

Ninguno mencionó algo más, volvimos con los chicos y dimos por terminado "mi tema".



































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Mientras comíamos los chicos se encargaron de hacer reír a las chicas con cualquier tontería. Habían ido por unos tamales y comida china para más al rato. Idea de Mila, ya que su tío vendía tamales. Lo de la comida china era porque nos gustaba a la mayoría.

El Juego de la Muerte [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora