5. Última oportunidad

576 137 263
                                    


Emilio.


























Me mantengo acariciando el rostro de Keisly mientras ella duerme en mi pecho. Desde que la acosté no se ha movido en ningún momento, todos nosotros seguimos acostados mientras miramos una película viejísima de terror, que no era tan terrorífica, pero si te dejaba un tremendo suspenso palpable de notar que pasará cuando algo malo ocurre.

El grito repentino que suelta Mila nos asusta a todos, en la pantalla acaba de aparecer el cuerpo muerto de la hija de la protagonista. Tomo el control y le pongo pausa.

— No mames, casi se me sale el corazón — murmuró Marco tocándose el pecho. Luisa estaba a su lado tapada hasta la boca con una manta.

— Yo sabía que ese espíritu no era la hija, pero no pensé con que estaría muerta, no mamen — suspiró Rayan mientras rascaba su cabellera.

— Pero, wey, había una voz de una niña cantando tétricamente la canción de la araña esa y ese movimiento de manos que se veía en la sombra era de un niño — argumentó Alexis.

— Pues era un espíritu que prácticamente quería matar a la hija que ya estaba muerta en otro lado — expliqué.

— ¿Cuál es el punto? ¿Si la niña ya estaba muerta como estuvo también en la bañera cuando casi la ahogan? — preguntó Oliver.

— Les recuerdo que aún no termina — les digo.

— Yo ya no quiero verla y menos a una niña muerta en un tinaco de agua, dios, pobrecita.

— Pero aún no termina — insisto — No entiendo porque te da miedo, a mí me estresa tanto suspenso.

— Ya son casi las cinco y no me he puesto pedo — dijo Alexis mientras se levantaba y se estiraba. No me había percatado de que, aparte del reloj aquel también había un pequeño reloj que estaba en la mesa en forma de cuadrado color madera — Entonces, ¿a qué venimos si no a embrutecernos con alcohol?

— Yo digo que ahora sí empecemos a divertirnos solo como nosotros lo sabemos hacer — murmuró Oliver.

— ¡Yo preparo las bebidas! — gritó Rayan mientras salía disparado a la cocina. Los demás lo siguieron dejándonos a Keisly y a mí en la sala.

Supuse que debía despertarla, pero sinceramente no sabía como. Acerqué mi dedo a su párpado en un intento de abrir su ojo para molestarla. Por supuesto que funcionó, pues mi chica comenzó a retorcerse mientras se despabilaba.

— Buenos días, alegría, buenos días, señor sol, abre los ojos que ya amaneció — murmuré acariciándole el cabello. Aquellos ojos azules me miraron — ¿Dormiste bien?

— Ehhhh, no sé en que momento me dormí — respondió mientras se levantaba — ¿Y los chicos?

— En la cocina preparando las bebidas — le señalé con mis ojos el lugar para que lo notara — ¿Estás bien, baby? ¿Ya te sientes mejor?

— ¿Mejor? Ehhh... — se sentó a mi lado mientras sobaba su sien con sus dedos — Creo que sólo tenía un poco de sueño.

— Bueno... — tomé sus piernas y la jalé hasta que estuviera encima de mí, tomé con una de mis manos su cadera y la otra la dejé en su espalda acariciando su piel — ¿Me das un beso?

Ella me sonrió, tomó mi rostro en sus manos y después los unió en un beso suave. Calmado y sin prisa.

— Me haces muy feliz — susurró una vez que se separó — Te quiero muchísimo — con sus nudillos acarició mis mejillas — Estoy completamente enamorada de ti y adoro cada fibra de ti. Lo sabes, ¿no?

El Juego de la Muerte [Emiliaco]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora