PRÓLOGO

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EL INICIO

ADRIANO

Me encontraba de camino hacia un encuentro con Donato el hijo de puta me estaba robando dinero y tendría que pagar. Mientras iba de camino mi hermano Alessandro me llamó 

—¿Qué quieres?—contesté, la risa de mi hermano se escuchó del otro lado del teléfono—Yo también te quiero hermano—se rió.

 —Quería saber que va a pasar con Donato, escuché que te ha estado robando— mi hermano siempre estaba al tanto de lo que me pasaba y se preocupaba—. Iré a verlo, creo que le hace falta recordar para quien trabaja.

Siempre he sido respetado por ser justo y buen líder, me he ganado el respeto de todos mis soldados por combatir con ellos, no soy un hijo de puta cobarde que manda a su hombres a morir solos, el respeto se gana y yo lo he ganado.

—Creo que deberías haberme llamado antes, sabes que no me gusta que excluyas de la diversión, eso no es ser un buen hermano— contestó con diversión, Alessandro y yo éramos muy parecidos a los dos nos gustaba la sangre, la pelea, el poder. 

—Lo siento hermanito, para la próxima te avisare para que puedas divertirte— colgué el teléfono.

—Adriano ya llegamos— dijo Quevedo, él era mi mano derecha y mi mejor amigo, nos criamos juntos, su padre y el mío son mejores amigos—. Gracias Quevedo, ahora si es hora de que Donato aprenda con quien está tratando.

A medida que yo camina a la entrada de su lujosa casa sus hombres bajaban las armas al ver que yo me encontraba aquí, Donato se encontraba sentado junto a la piscina con una mujer a lado de unos 20 años aproximadamente , a Donato le gustaban coños jóvenes por los cuales tenía que pagar ya que seguramente su amiguito no trabajaría bien, era un hombre de 50 años pero parece tan acabado, siempre borracho y drogándose era su estilo de vida, pero quién era yo para juzgar si el hijo de puta quería estar así. Camine lentamente hacia él con mirándolo con altivez y pena.

 —Donato—exclamé con una alegría y falsa sonrisa.

 —Jefe que gusto tenerlo en mi casa—. si supiera lo que vengo a hacerle no pensaría lo mismo, pensé.

—He venido a hacerte una visita de cortesía, me llegaron unos rumores de que me estas robando dinero y algo de mercancía—.dije aunque yo sabía que era cierto, mis hombres siempre me mantenían informado de todo lo que ocurría.

—Don cómo puede creer eso, sa-sabe que yo siempre le he sido fiel y no lo traicionaría— Donato parecía querer cagarse en los pantalones, estaba asustado, y con razón era yo al que tenía al frente—. ¿Estás seguro?—pregunté por última vez perdiendo la paciencia, que en realidad no tenía.

—Perdón Adriano los hijos de puta de la camorra me amenazaron por eso lo hice— el muy idiota estaba sudando, podía ver que gotas de sudor recorrían su frente.

—Donato, Donato que voy a hacer contigo, siempre fuiste un buen miembro de mi equipo y lo arruinaste, podrías haberme dicho que te estaban amenazando, pero hay algo que ambos sabemos, las amenazas no son verdaderas— el cobarde de Donato palideció, parecía a punto de desmayarse.

—Pe-pe-perdón Jefe necesitaba dine—, no lo deje que terminara, le disparé en la mano y luego en la otra, el grito de dolor se escuchó demasiado fuerte. 

Acabas de robar 3 millones y muchos kilos de droga, traicionaste mi confianza y sabes que al rey no se le traiciona—sus hombres no hicieron nada por detenerme, sabían que el Jefe de todos ellos era yo, no les convenía meterse en mis asuntos. 

—Sabes que me respetan por mi manera de liderar y lo justo que soy y que crees, lo justo es que pagues por tu traición— Donato se encontraba tirado en el piso retorciéndose de dolor, me agache y empecé a golpearlo con furia repetidas veces en su cara, hasta que su rostro fue irreconocible pare.

Si hubiera sido honesto yo lo habría ayudado, pero en vez de eso decidió robarme y hasta mentirme en mi cara, saqué el arma y disparé directamente a su frente y el cuerpo de Donato quedó sin vida.

Ese día acabe con monstruo , Donato aparte del robo, me entere que el hijo deputa tenia un bar de prostitución donde tenía a niñas menores trabajando  para pedazos de mierdas que ni siquiera se marcían llamar hombres, forzadas, donde sufrían violaciones y agresiones; los que trabajan para mi saben que esos negocios están fuera, las mujeres que se prostituyen en mis bares son por querer, no por porque las sometemos a eso y si una mujer venía a mi era por querer, nuca había obligado ni obligaría a ninguna mujer.

Lo que nadie se esperaba fue que el día de la muerte de ese monstruo nació otro peor...


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RAMÉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora