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Capitulo 37. No tenemos opción.

Nos posicionamos un poco más atrás para no quedar al borde de la cama. Jacob se colocó el condón para ponerse entre mis piernas. Con su mano derecha sostuvo su miembro y me dedico una mirada intensa, al parecer quería cerciorarse de que todo estuviera bien. Le mostré una sonrisa para que supiera que todo iba normal y que podía continuar. Gemí un poco cuando con la punta de su pene acaricio mi zona. Comenzó a introducirlo poco a poco y yo miraba fascinada tal acción. Acaricio mis muslos con sus dedos haciendo que un escalofrío recorriera mi cuerpo. La timidez y los nervios dejaron de existir en cuanto lo sentí por completo dentro de mí.

– ¿Todo bien?

– Todo bien. – Jacob apoyo sus manos a la altura de mi cabeza haciendo una embestida un poco fuerte, provocando que cerrara los ojos y chillara de la excitación. Comenzó con una serie de movimientos con sus caderas haciendo que la locura llegara a mí. A pesar de eso el parecía encantado mirándome detenidamente, cada expresión que hacía era satisfactorio para él. – Ah... – gemí.

– Quiero oírte. – susurró cerca de mis labios y los unimos de una forma poco desesperadamente. Sus movimientos eran lentos, pero sin cesar. No era agresivo, pero poco a poco comenzaba a aumentar el ritmo y la velocidad. Nos separamos después de una ronda de besos. Mis gemidos podían oírse en todo el camper y por un momento tenía miedo de que alguien estuviera pasando por aquí y que escuche lo que esta pasando. Abrí mis ojos para ver a Jacob sonriendo al escucharme.– Anda, Sadie – jadeo un poco – quiero escucharte.

Sus movimientos comenzaron a ser mucho más fuertes y rápidos. Con una mano se sostenía y con la otra dio entrada a jugar con mis pechos. Mis manos sostenían la sabana, porque en realidad no sabía que hacer. La experiencia estaba siendo mágica para mi y tan placentera que lo único que quería era ser consentida por las embestidas de este chico. Pero te también merecía un poco de cariños, así que dejé de agarrar las sábanas y comencé a tocar su cuerpo, desde su trasero hasta su espalda y pectorales.

– No pares...por favor...

– No tengo pensado hacerlo. – nuestras respiraciones comenzaron a ser más fuertes, al igual que nuestros gemidos.

– Uhmmm – musite cuando acelero mucho más. Esta vez dejo de sostenerse y ahora solo posiciono sus manos en mis rodillas para evitar que yo cerrara las piernas.

– Me vuelves loco. – exclamó jadeando.

– ¡Ah! – por inercia toque mis pechos. Jacob me tomo de la corbata jalándome y provocando que me levantara un poco de la cama y así sostenerme con mis manos. En ningún momento me estaba haciendo daño, simplemente fue más sexy el verlo hacer esto. Dándome a entender que era suya y solo suya. Una pequeña sonrisa se dibujo en su rostro, beso mis labios y siguió aumentando sus embestidas.

Este hombre sí que me volvía loca.

– Ya casi. – murmuro. No quería que se detuviera y deseaba que siguiera, pero una descarga de adrenalina comenzaba a formarse en mi cuerpo y estaba segura de que el también hacía sentido lo mismo.

– Más rápido. – exigí. Dicho esto, aumento solo un poco más, pero de una manera salvaje, dándome a entender que ese comentario de dejarme sin caminar por unos días no lo decía de broma. – ¡Oh, dios! – cerré mis ojos y Jacob me cargo enredando mis piernas en su cintura mientras mis pechos brincaban cerca de él.

– Joder, ya casi... – murmuro con dificultad.

Mis gemidos aumentaron y sabía que eso me avergonzaría después, pues de verdad que estaba siendo un poco escandalosa, pero eso le gustaba a él. Mi corazón seguía latiendo rápidamente y estoy segura de que podía escuchar el de Jacob. Unos segundos después, ambos soltamos un gemido deteniendo nuestros movimientos y nuestros gemidos. Había experimentado el mejor orgasmo de toda mi vida y estaba feliz. ¿Con que así se siente al hacerlo con alguien que de verdad quieres? Joder, si es así, lo repetiría miles de veces. Nuestras respiraciones poco a poco volvían a su normalidad. Abrí los ojos para ver a mi chico, el brillo en sus ojos había regresado, seguido de un sonrisa pícara.

Te quiero conmigo (Libro I) (Terminada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora