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━ thirty-five. the eight potters

Capítulo treinta y cinco:
( los ocho potters )

SPENCER SABE QUE ES EGOÍSTA por prácticamente hacer sentir culpable a su mejor amigo para que se quede y se disgusta absolutamente por ello. Sus padres se fueron unos días después a Francia y se pusieron amuletos en la casa tanto de defensa como de advertencia por si acaso, pero Ricky finalmente eligió quedarse con ella hacia el final. Claro, en realidad no se lo suplicó, pero pensó que el hecho de mirarlo en silencio durante algún tiempo y no decir nada al respecto le hacía sentir culpable. Y aunque ella le aseguró que estaba completamente bien con que él eligiera irse, él la conoce mejor que eso para saber que ella realmente no quería que lo hiciera. Y a Ricky no le importa precisamente quedarse con los Weasley, pero sabe que en un momento dado ella se unirá a la misión que Harry va a tener y el joven aún no sabe qué hacer. Es decir, los dos planeaban evitar tener esa charla hasta un periodo de tiempo posterior, pero todo sale a la luz cuando un plan para sacar a Harry Potter de forma segura de la casa de su tío parece traer el tema a colación.

—Daniel, deja que te ayude, —continúa Spencer, siguiendo a su hermano por la apretada cocina. Remus, Tonks, Fleur y Bill (ya sabes, los de siempre) están allí mezclando su propia taza de café o de té -ella no está muy segura, pero ambos olores perduran en el aire-. Ahora, uno puede preguntarse: ¿a qué se refiere exactamente con dejarla ayudar? El sábado, los miembros de la Orden, junto con Hermione y Ron, tendrán el privilegio de ayudar a Harry a escapar de su casa sin que los demás se den cuenta, es decir, los mortífagos y cualquier pariente de los Montague que se encuentre en la mansión. Spencer está de acuerdo en que definitivamente deben hacer el plan que han mencionado, pero sólo tiene un problema.

Ella no está en él.

¡Y ella entiende por qué no forma parte de él! Spencer Montague aún no ha cumplido los diecisiete años (por desgracia). Por lo tanto, Daniel no ve conveniente que ella se una, lo cual le parece absolutamente ridículo porque tiene otras formas de defenderse si es necesario. Los miembros más veteranos de la Orden (bueno, en realidad sólo Ojoloco Moody) pidieron que se uniera, mientras que a los demás no parece importarles especialmente (excepto a Molly, que lo negó de inmediato) si piensa ir, excepto porque su propio hermano dijo específicamente que no. Como él es técnicamente su tutor a pesar de no haber hecho nunca ningún papel legal, Moody dejó pasar el tema.

Daniel suspira exasperado. —Dame una buena razón para que te deje ir, —se detiene en seco, cruzando los brazos mientras le presta toda su atención. Remus sorbe tranquilamente su té con curiosidad (era uno de los pocos que parecía no tener voto si ella debía o no ir) mientras Tonks levanta una ceja divertida (se animó sólo porque percibe un espíritu ardiente en ella).

Spencer se endereza y se aclara la garganta con seguridad. —Pronto cumpliré diecisiete años... no es esa mi razón, —comienza antes de fulminarlo con la mirada—. Harry es como un hermano para mí... me ayudó a escapar de la mansión y me dio la oportunidad de encontrar un nuevo lugar para descansar. Le prometí a él y a mí misma que haré todo lo que pueda para ayudarle en este mundo desordenado en el que vivimos. Claro, aún no tengo diecisiete años, pero eso no me deja indefensa. Hay sustancias que podría usar para defenderme si fuera necesario: por ejemplo, aún tengo una tonelada de provisiones de Fred y George que podrían causar caos... hay inventos muggles que tengo del padre de Ricky que pueden causar algún tipo de explosión. Por favor, Daniel —enumera Spencer, con una expresión decidida en su rostro.