EIDETIC MEMORY ━━ blaise zabini ✓

━ thirty-nine. a familiar face

Capítulo treinta y nueve:
( una cara familiar )

SE ACERCA EL CUMPLEAÑOS DE SPENCER, lo que significa que dejará de tener el Rastro (esta magia está incluso más lejos que el propio Ministerio, así que lo sabe de sobra) y se le permitirá hacer magia cuando y como quiera. Lleva dos semanas dentro de Grimmauld Place donde no hay más que polvo y una anciana gritona que no puede cerrar la boca. Para mantenerse ocupada, se dedica a leer los libros que tiene la familia Black o alguno de los suyos. A veces se queda mirando el reloj que le regaló Dumbledore. Ha notado algo peculiar en él. Cuando Scrimgeour se lo dio por primera vez, los números eran doscientos setenta y cinco. Ya no son los mismos y ahora son doscientos sesenta y uno. Ella sabe la diferencia y por qué se produce, pero no sabe para qué sirve la cuenta regresiva. A veces, tiene magia por sí mismo y puede ver que los números suben o bajan como si decidiera que no está seguro de para qué está contando. Luego vuelve a los números que tenía antes.

Le resulta extraño que si nunca hubiera estado castigada con Umbridge... no se hubiera acercado tanto a Harry como lo ha hecho. De todos modos, todo empezó así. Los dos estuvieron juntos las primeras semanas por esa maldita cicatriz en la mano que nunca se borrará. Tal vez ella habría seguido uniéndose al Ejército de Dumbledore, pero habría sido diferente. Sólo ella y Ricky escuchando el sermón de Harry y muy probablemente pasando el rato con sus propios compañeros de casa en lugar de con otros. No estaría cerca de ninguno de los Weasley y, por lo tanto, Spencer Montague podría haber seguido viviendo en una casa miserable. Posiblemente una mortífaga, posiblemente muerta... todo completamente diferente. Todo porque ella eligió acciones diferentes.

A pesar de toda la preocupación y el dolor que ha recibido... ...Spencer sabe que elegir ser amiga de Harry Potter ha sido la mejor opción. Si no, se habría quedado atrapada.

Spencer se inclina hacia la ventana (después de haberla limpiado) y mira fijamente a los dos hombres encapuchados que siempre aparecen en el pelotón del número doce. Siempre se quedan allí hasta la noche, mirando en dirección a la casa que no pueden ver. Ha hablado de esos dos con sus amigos y le han hecho ver que no pueden revelarse ante ellos. Sin embargo, a partir de ahora, parece que no saben que están allí o, de lo contrario, Snape los habría enviado a atacar.

—¿Crees que ha estado aquí y que le han atado la lengua con la maldición de Moody? —pregunta Ron mientras se sienta al otro lado.

Hermione asiente ante las palabras de su futuro novio (Spencer prácticamente podía percibir el romance entre ellos y estaba segura de que Ricky y Harry también lo hacían). —Sí, —asiente Hermione—, de lo contrario, habría sido capaz de decirle a ese grupo cómo entrar, ¿no? Pero probablemente estén vigilando para ver si aparecemos. Después de todo, saben que Harry es el dueño de la casa.

Nadie está en desacuerdo con ella. A Spencer no le gusta esto. Odia esperar a que ocurra lo desconocido. Odia no saber la respuesta a un problema o a una situación y que incluso una mente como la suya y la de Hermione no sean capaces de comprender lo que ocurre. Spencer creó una familia para ella. Ahora mismo cuatro de ellos están aquí, pero sigue echando de menos al resto de los Weasley, su propio hermano, Remus, Tonks, Fleur, Theodore y Blaise. Sin embargo, se asegura de no pensar mucho en ello, pensando que Hermione debe echar mucho de menos a sus propios padres, que están en Australia, que los padres de Ricky están escondidos en su lugar seguro en Francia, y que la familia de Ron no se sabe si sigue a salvo y si el ghoul en el que trabajaron los gemelos realmente funciona. Ella no tiene que ser la deprimida allí.