36| Revelaciones y secuestros

486 57 111
                                    

ADVERTENCIA: posiblemente me maten por haber escrito esto. Lean con la menor discreción posible.

Pensé cuando dejé a Lane en su casa

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pensé cuando dejé a Lane en su casa. Seguí haciéndolo en el camino de vuelta, en el que fingí ser un desubicado total y caminé por calles peligrosas, tratando de alargar lo irreal. Lo que no quieres que sea real se vuelve así cuando llegas a casa y solo te tienes a tí para recordártelo.

Qué inspirador soy. Deberían contratarme para hacerles los discursos a los políticos.

Este día ha estado lleno de pensamientos. De muerte. De tristeza, de si un auto no viene hacía mí yo iré a él. Corrección, ese también es de muerte. Todos siguen siendo de muerte.

Aquí es cuando hago lo mismo que mi madre. Culpar a mi celular de mis problemas.

Sentarme en el parque durante horas, con el celular explotando a notificaciones en el bolsillo, y con solo las plantas de mis pies en tierra, me hizo llegar hasta aquí.

Hasta él.

-¿Qué piensas ganar al decirme eso y besarme? -pronuncia cuando nos falta el aire, posa las manos en mi pecho para alejarme de él. Las aparta como si se quemaran al tocarme y vuelve a su máscara. No hay ese brillo burlón, tampoco dureza en sus ojos.

Están sin vida.

Quiero pegarle con un bate, es tan ciego.

Una mano de hierro toma mi estómago y lo retuerce con crueldad.

-Cómo te atreves -digo fríamente, retrocedo unos pasos para ver mejor su rostro. -Vine aquí matándome la cabeza con palabras qué decirte, pensé en arrodillarme para que me perdonaras. Quiero que recapacites y que dejes de ocultarme cosas -aprieto los puños de la ira. Mis sienes comienzan a palpitar.

-No, cómo te atreves a venir aquí y exigir. Yo soy el que debe perdonar, no tú -escupe agriamente. Sus lindos labios se retuercen en una mueca de desagrado. Le desagrado. Ese pensamiento me da nauseas. -No sabes de mi dolor, no eres capaz de comprenderlo. Perdí todo lo que me importaba. Ahora me importan otras cosas y no sé si resistiré si vuelve a pasar. ¡Adivina qué es lo que intento hacer entregándome! -su rostro enrojece de la rabia, a este punto creo empezará a llorar de la frustración que de seguro le produzco.

El dolor de estómago no hace más que crecer, contraigo el rostro en una mueca para no explotar. De cualquier manera no puedo evitarlo.

-¡No puedo adivinar porque ya no sé qué creer de ti! ¡Amas Andrómeda, tienes la oportunidad de recuperarla! ¿Qué haces? Eres grande. Lukyan, eres maravilloso. Un rey maravilloso -las palabras dejan mi boca como balas, parezco una metralleta de tantas que disparo. Y tengo buena puntería, dan en el blanco. -¿¡Dime, por qué tienes tanto miedo?! -grito despertando a los vecinos, y arrepintiéndome cuando no obtengo nada del alien.

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora