11| La fiesta del siglo: parte 1

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-¡Sal de aquí, Jules! ¡Esta habitación no es tuya! -exclamo en cuanto mi hermano se acuesta en mi cama, tal como haría yo después de un día muy largo

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-¡Sal de aquí, Jules! ¡Esta habitación no es tuya! -exclamo en cuanto mi hermano se acuesta en mi cama, tal como haría yo después de un día muy largo.

Él arquea una ceja y me mira burlón.

¿Qué caso tiene?

No importa lo que le diga, seguirá haciendo las mismas cosas.

-La mía tampoco es tuya y entraste sin tocar, hermanito -me reclama, mi boca se abre de indignación.

Él nunca cierra la puerta, ¿yo cómo iba a saber que estaba ocupado?

-Eres un doble cara -expresa haciendo un puchero y bajando la cabeza.

¡Agh! ¡Parece un niño!

Tomo el puente de mi nariz entre mis dedos y aprieto durante unos instantes.

Me saca de quicio.

-Solo estoy aquí para asesorarte... y me tratas de esta manera tan cruel -sigue en un tono bajo y lastimero.

-¿Asesorarme en qué? -pregunto cortante, levantándome de la cama y yendo directo al armario, el que está hecho una porquería. Los cajones están desperdigados por el suelo y hay ropa hasta en la ventana.

La foto de Lukyan está toda arrugada.

Pero... ¡qué pereza limpiar después!

Busco entre el desorden durante algunos segundos, me desespero y tiro todo lo que encuentro a la cama, dónde Jules descansa leyendo una revista.

Lo taladro con la mirada.

¿Cuándo piensa responderme?

-¡Jules! ¿Asesorarme en qué? -cuestiono dándole un golpe al armario para que me preste atención.

-¡Ah! ¡Le diré a mamá que golpeas cosas! -dice sin apartar la mirada de la revista, que seguro sacó del desorden.

Hay algo increíble del desorden, y es que puedes encontrar cosas verdaderamente fascinantes en él -lo mío no es el caso-, pero oí que unos vecinos perdieron a su hijo en el desorden. Lo encontraron años después hecho un hombre.

¡Qué cosas locas!

-No vivirás para contarlo -le digo tomando la lámpara del escritorio. Él se levanta y va a la ventana.

-No viviré, eso es un hecho -dice abriendo la ventana.

¡Ya ese truco es viejo!

-Casi te partes la espalda al saltar, ¿lo harás nuevamente?

Se escoge de hombros.

-¡Bueno! ¡Dejo la lámpara! -exclamo depositándola en el escritorio con cuidado.

¡Un rival de otro planeta!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora